Cine chorizo relleno de pavos
Con el cine de animación está pasando algo similar al cine con actores: Hollywood (o al menos ciertas instancias de Hollywood, si tenemos en cuenta que mucho cine indie tampoco llega) no deja casi lugar para nadie más en el calendario semanal de estrenos, y espacios que podrían ocupar películas de otras nacionalidades son ocupados por productos menores como este, que apenas tienen como objetivo ser eslabones en la cadena de producción anual. Digamos que para sostener el estreno Disney, el estreno Pixar, el estreno Dreamworks (cuando sale bien), la industria se vale de productos intrascendentes pero indispensables: aunque el problema de Dos pavos en apuros de Jimmy Hayward no es que se trata de un producto menor y utilitario, sino que encima es una película rutinaria, plagada de chistes mediocres y con apenas un par de buenas ideas totalmente desaprovechadas.
Una de las buenas ideas está en la premisa. Dos pavos viajan al pasado para evitar que se inaugure el Día de Acción de Gracias con la tradición de comerse un pavo, y así salvar a cientos de miles de su especie a lo largo de la historia de los Estados Unidos. Es una idea, si se quiere, hasta subversiva: meterse con las costumbres y las tradiciones de aquel país, caricaturizarlas y ridiculizarlas. Incluso, si los pavos son metáfora más que evidente de los aborígenes perseguidos y exterminados por el blanco en el suelo Americano. Pero esto no es más que un guiño, una excusa para generar interés. Digamos que la crítica se convierte apenas en una acción sustitutiva de materia prima, y lo que amenazaba con ser una afrenta a las tradiciones se queda en el mero chiste simpático.
Dos pavos en apuros, pues, prefiere los chistes de pareja despareja (uno de los pavos es medio ídem, el otro es voluntarioso y un tanto neurótico) y la historia de auto-superación antes que la sátira (al arranque en la Casa Blanca le falta timing), y ese es su mayor pecado. Si nos aplicamos a lo que la película es en vez de a lo que podría haber sido, hay que decir que por momentos funciona -cuando el humor surge como un sucedáneo de lo absurdo-, pero por otros es aburrida y escasamente graciosa. Tiene cinco o seis chistes que dan en el blanco, pero intuyo que esos se los deben repartir cuando ingresan en la larga línea de producción de cine animado norteamericano.