No todo lo animado es oro
Dos pavos en apuros cuenta una historia absurda y lo sabe, así que aclara que todos los hechos son ficticios, excepto lo de que los pavos hablen.
Un pavo termina, niña mediante, convirtiéndose en huésped, momentáneo, de la Casa Blanca. La vida le sonríe, come pizza y mira una telenovela mexicana en televisión. Pero las cosas se le vuelven un tanto adversas cuando otro pavo le dice que debe acompañarlo al pasado.
Claro, como podíamos imaginar desde siempre, en la Casa Blanca hay una máquina del tiempo. ¿El objetivo? Viajar y evitar que se coma pavo el primer Día de Acción de Gracias de la historia. Un objetivo complejo, difícil, pero que podría salvar cientos de miles de pavos.
Problemática trama que en su centro elige salir a combatir una de las fiestas más importantes de la cultura norteamericana. Y si bien los tiempos cambian, la película se mete en un problema desde el vamos. Más problemático aún es que no funcione casi ningún chiste y que el timing general sea más bien torpe.
Los chistes son tan mediocres y rutinarios que da la sensación de estar viendo nuevamente alguna película mala de los últimos años. Es una pena que se atrape al público con películas como esta, que le quitan al cine de animación todo el prestigio que el género ha sabido ganar con años de propuestas originales que lograron superar el encierro de ser sólo films para chicos.