Atractiva trama de novela negra y actores con buena química
Con una trama que es una variación de la típica comedia policial con pareja despareja, el film se sostiene bien todo el tiempo, aunque por momentos da la sensación de que daba para más.
A partir de los 80 Shane Black se convirtió en uno de los guionistas estrella de Hollywood, batiendo records por las sumas millonarias que pedía por sus argumentos. Películas de superacción como las "Arma mortal", "El último boy scout" o "El largo beso del adiós" tenían su típico sello, algunas con resultados más originales que otras, dado que él conoce la debilidad de los productores hollywoodenses por repetir fórmulas exitosas.
Con el tiempo Black intentó dedicarse a dirigir sus propios guiones, y "Dos tipos peligrosos" es uno de sus principales intentos. El asunto es más o menos una variación de la típica comedia policial con una pareja de investigadores, pero no es exactamente un clon de "Arma mortal" dado que tiene elementos que la distinguen.
Para empezar, la pareja protagónica conformada por Russell Crowe y Ryan Gosling no tiene nada que ver con la policía, ya que ambos son investigadores privados bastante distintos. Uno es un matón que cobra por darle palizas de advertencia a algún tipo malo o un deudor, mientras que el otro es un detective que trata de sacarles dinero a señoras mayores que buscan a algún pariente perdido. Por otro lado, el giro más atractivo de la película es la ambientación en 1977, que permite una trama llena de personajes con una idiosincrasia particular (por ejemplo, la precoz hija adolescente de Gosling).
Dado que la química entre los dos protagonistas es buena, los detalles de época son divertidos y la trama bien de novela negra es atractiva, esta película se sostiene bien todo el tiempo, pero por momentos da la sensación de que daba para más. Probablemente debido a que el director y guionista nunca encuentra del todo el equilibrio entre el humor negro y el tono policial, dejando que los gags se queden a mitad de camino a medida que avanza la intriga con los típicos toques conspirativos propios de la época, más los pintorescos toques propios de la industria del cine porno que están estrechamente relacionados con la pesquisa de estos dos perdedores, que empiezan como rivales, pero que se van asociando a medida que avanza la historia.
La que realmente se luce es la actriz adolescente Angourie Rice, así como la fotografía de Philippe Rousselot y la música basada en temas funky de David Buckley y John Ottman. Y en el medio hay una larga escena en una delirante fiesta de un magnate porno que no tiene desperdicio.