Tiempo de valientes.
Al rememorar los policiales que conquistaron a la industria hollywoodense contemporánea, resulta inevitable señalar como principal responsable a Shane Black, la mente maestra detrás de un seleccionado de blockbusters que recurrieron al formato de las buddy movies (parejas con personalidades contrastantes que desarrollan sus diferencias hasta complementarse) para redefinir el comportamiento de estas producciones (Arma Mortal y El Último Boy Scout son las destacadas de su imaginario). Después de una ausencia prolongada durante la década pasada, y de cargarse la propuesta millonaria de Iron Man 3, el guionista devenido en cineasta regresa con Dos Tipos Peligrosos, retomando los procedimientos que lo consagraron en el mercado.
El argumento, ambientado en 1977, presenta a Jackson Healy (Russell Crowe), un golpeador profesional contratado por Amelia (Margaret Qualley), una adolescente sospechosa, para intimidar a Holland March (Ryan Gosling), un detective privado que investiga el paradero de Misty Mountains, una actriz porno aparentemente asesinada. El consecuente encuentro entre ambos personajes determinará la apertura de un entramado conspirativo que involucra matones, persecuciones y asesinatos. Convertidos en asociados debido a las circunstancias de la investigación, se sumará a la pareja de detectives la pequeña Holly March, la hija de Holland interpretada por Angourie Rice, toda una revelación.
En Dos Tipos Peligrosos encontramos distintos mecanismos del autor que son determinantes para que sus historias funcionen, partiendo del trasfondo californiano rodeado de celebridades (escenario también retratado en la grandiosa Entre Besos y Tiros, aunque en esta oportunidad acontece durante los setentas), incorporando estrellas del ambiente pornográfico, ambientalistas y mafiosos de la industria automovilística. Otra herramienta característica son los comentarios machistas que enarbolan sus protagonistas (demostrado por las constantes indirectas de Gosling), y que posiciona al personaje de Rice como un componente necesario para desarticular semejante testosterona.
La secuencia de apertura demuestra la comicidad creativa que todavía conservan las maniobras de Black para que la humorada no desentone como un simple slapstick. Hablamos de esa relectura caricaturesca que viene implementando desde la ambiciosa Iron Man 3, donde justamente adulteraba las referencias de un producto comercial para decodificar su entretenimiento y volverse inteligente. Dos Tipos Peligrosos desenvuelve ese sarcasmo desde un aspecto reservado (aunque también tenemos menores dialogando sobre placeres anales), masticando el relato con remates ingeniosos y depositando su efectividad en la química que Crowe y Gosling consiguen transmitir en la pantalla. Otro peliculón de Black a la altura de su reputación.