Con la autoparodia como punto de partida, con escenas de acción y diálogos filosos, "Dos tipos peligrosos" se mueve cómoda en los años setenta y dentro del género con una pareja protagónica que se saca chispas: Russell Crowe y Ryan Gosling.
Otro ejemplo de "buddy movies", o películas con parejas desparejas, que tanto ha dado el cine es la que trae el director Shane Black, el mismo de Iron Man 3. En este caso, Jackson -Russell Crowe-, un detective privado alcohólico en rehabilitación y Holland -Ryan Gosling-, un oficial de la policía también alcohólico, cruzan sus caminos cuando una estrella porno muere en un accidente automovilístico en Los Angeles de los años setenta.
Con la autoparodia como punto de partida, con escenas de acción y diálogos filosos, Dos tipos peligrosos se mueve cómoda dentro de un género que además rinde tributo a otros títulos y con una pareja protagónica que se saca chispas: Jackson defiende a víctimas de acosadores pedófilos, está con sobrepeso y no duda cuando hay que golpear a alguien, mientras que Holland es más inexperto y carga con una hija adolescente que sigue sus pasos en la investigación del caso que los une y en el que mueren personas relacionadas a una película pornográfica.
Con una buena banda musical, correcta ambientación de época y con una tía que está convencida que su sobrina sexy aún permanece viva porque la vio en una ventana luego del accidente, se va construyendo una trama vertiginosa que apuesta más al contrapunto entre los protagonistas y que se encamina hacia una conspiración de crímenes relacionados con la industria automovilística.
Aunque con un final un tanto forzado, entre tiroteos, fiestas fastuosas, peleas y una participación de Kim Basinger, la película resulta simpática y podría convertirse en otra saga.