Infalible comedia de acción
Pocos podrían discutir a esta altura que Shane Black es uno de los padres de las “Buddy Movies”. Y menos lo harían luego de ver Dos Tipos Peligrosos (2016). El otrora guionista de Arma Mortal (Lethal Weapon, 1987) y El último boy scout (The Last Boy Scout, 1991) demuestra una vez más su destreza en el género y se despacha con una propuesta disparatada, inteligente y muy divertida.
Dos tipos peligrosos es la típica película de “parejas desparejas” en la que dos personalidades diametralmente opuestas unen esfuerzos para resolver un crimen. El dúo protagónico, en esta ocasión, lo integran el veterano Russell Crowe y el multifacético Ryan Gosling, y ambos deben desentramar una compleja red de corrupción que vincula la desaparición de una adolescente con la industria automotriz, la pornografía y el departamento de justicia de justicia de los EE.UU.
El problema es que Gosling y Crowe son detectives privados de poca monta, y, además de ser diferentes entre sí, son rudos, toscos y algo rústicos (cada uno a su manera) en el arte de develar misterios. Envueltos en una conspiración repleta de asesinatos, traiciones y giros inesperados, su torpeza policial hará que el caso se vaya resolviendo a pesar de ellos y no gracias a ellos. Justamente, es esa colisión permanente entre personalidades y la aplicación de métodos poco ortodoxos lo que hace tan entretenida a esta película, dando lugar a todo tipo de situaciones bizarras y exageradas verdaderamente desopilantes.
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Una de las cosas interesantes de este film ambientado en los 70s -más allá de la calidad actoral y el timing humorístico del director- es que Jackson Healy (Russell Crowe) y Holland March (Ryan Gosling) generan empatía aún siendo personajes bastante despreciables. Por más deshonestos e inescrupulosos que sean, estos antihéroes resultan queribles, lo cual es un tanto perturbador. La única reserva moral la constituye la hija adolescente de Holland (Angourie Rice), que los asiste y guía en la investigación. En cualquier caso, lo que subyace en todo momento es un sólido guión, cuya estructura hace creíble toda la historia.
A la excelente química de la dupla protagónica se le suman altas dosis de acción y violencia muy logradas desde lo formal. En conjunto con los gags físicos y el tono absurdo que recubre toda la trama, Dos tipos peligrosos conforma un coctel explosivo que espontáneamente nos reenvía a aquellas exitosas Buddy Movies y series de TV de los 80’.
Dos tipos peligrosos, el film de Shane Black, es entretenimiento del bueno: preciso, inteligente, ingenioso, bizarro y algo patético, con actuaciones sobresalientes y un guión sólido; una excelente oportunidad para ejercitar los músculos de la cara durante dos horas y no pensar en otra cosa más que en el divertimento personal.