El género noir, a pesar de su importancia a lo largo de la historia (no sólo en el cine, sino también en la literatura), no recibe en la actualidad todo el cariño que merece. Salvo por un par de vejetes fans desde la época de Humphrey Bogart, no quedan hoy ávidos receptores para esas historias tan complicadas como apasionantes. Claro que sigue vendiendo, pero es uno de esos géneros a los que el público mainstream sólo vuelve cuando los actores o actrices involucrados están de moda. Una de las vueltas que se le dio al gastado antihéroe detectivesco tiene que ver con el humor. La mezcla de géneros beneficia, una vez más, a la ruptura de barreras entre generaciones y da libertad creativa a los guionistas, casi siempre con interesantes resultados.
Es el año 1977, y la misteriosa muerte de una actriz porno en un accidente en Los Ángeles plaga las tapas de los diarios. Su tía, por otro lado, jura haberla visto viva en su departamento días después del accidente. Para investigar esto contrata a Holland March (Ryan Gosling), un detective privado con pocos escrúpulos y una hija que mantener (Angourie Rice). Su camino se cruzará con el del sicario Jackson Healy (Russell Crowe), cuando una de sus clientas le pague para espantar a March, que la busca porque parece estar relacionada con la muerte de la actriz porno. Una profunda conspiración se desenvolverá ante ellos mientras siguen juntos las pistas de estos casos.
No es la primera vez que Shane Black, director y guionista, coquetea con el cine cómico de detectives. En 2005 dirigió Kiss Kiss Bang Bang, acompañado por el mismo productor de The Nice Guys, Joel Silver. La maestría con la que entrelaza el humor, lo pintoresco del mundo del crimen y la violencia verdaderamente remiten a narraciones de la década de los 70, como Dos Tipos Audaces (The Persuaders!, 1971) y Starsky & Hutch (1975). La química entre Russell Crowe y Ryan Gosling es de esas que aparecen una vez cada diez años y los diálogos rápidos y situaciones ridículas explotan al máximo las habilidades de cada uno. La historia de vida que le dieron a cada personaje está en el borde entre lo posible y lo improbable y agregan color a la ya animadísima década en la que la película está ambientada. Los acompañan grandes como Keith David y Kim Basinger, que podrían haber sido mejor aprovechados, pero que enmarcan las actuaciones de Gosling y Crowe con humor y buena performance.
Uno de los enfoques más interesantes que tiene The Nice Guys es la inclusión de una niña ayudando a los dos detectives, Holly March. Es prometedor el hecho de que no se la usó como disparador de chistes baratos al estilo comedia ‘pez fuera del agua’ (en la que la gracia es que el personaje está en un ambiente que no conoce) sino que es una presencia genuinamente valiosa, tanto durante la investigación como en la vida de su padre (Gosling). La seriedad con las que se involucra en asuntos adultos y su interés por el oficio del detective serán inspiradores para muchas nenas y muestran que es posible la incorporación de personajes femeninos en papeles relevantes y con contenido. La carrera de Angourie Rice, de 14 años, todavía no es nada impresionante, pero en esta película se prueba su valor: la actuación y el humor se le dan muy bien, y su dinamismo junto con el dúo de protagonistas garantizan risas en cada escena en la que aparece.