Resulta irónico que en el momento en el que más se necesita una bocanada de aire fresco entre tantas franquicias superheróicas, sea Shane Black, el director de la tempestiva Iron Man 3, quien se despache una comedia de acción en solitario, la aventura de una pareja dispareja -si se quiere-, libre de efectos digitales a mansalva, héroes en trajes ajustados y sin amenazas del fin del mundo. The Nice Guys es lo más cercano que se puede estar a un viaje en el tiempo, a partir de los logos iniciales retro hasta la acción en 1977, con una recreación de época impecable y con un realizador al tope de su capacidad artística.
Como si fuese su debut cinematográfico Kiss Kiss Bang Bang pero con mucho más presupuesto y presencia estelar, The Nice Guys retoma las mejores trazas de uno de los pioneros del nuevo cine de acción -fue el escritor de Lethal Weapon y Last Action Hero-. Hay dos personajes principales, muy diferentes en la superficie pero por debajo son los tipos agradables del título, que no tienen miedo a romper algunos huesos y patear algunos traseros con tal de resolver el misterio que se les presenta ante ellos. En su camino, hay un sinfín de sujetos con diferentes intenciones y una atmósfera grande, rebosante de colores, graciosa y excitante al mismo tiempo, que envuelve a la investigación con mucho espíritu y cantidades ingentes de diálogos rápidos y furiosos, marca ya registrada de Black.
Tanto Russell Crowe como Ryan Gosling supieron aprovechar la oportunidad presente y están mejores que nunca. El primero es el recio héroe que no teme en trasgredir y atacar con tal de cumplir su trabajo, mientras que Gosling es un temeroso investigador privado que no le escapa a los ataques de pánico y escenas de llanto frente a una situación peligrosa. Son muy diferentes entre sí, pero eso hace que se complementen tan bien y sean reyes de la comedia física, siempre con un toque macabro de por medio que hará las delicias de aquellos que disfruten del humor negrísimo que presenta la película. Es una dupla que promete y cumple, y encima dejan con ganas de seguir viéndolos en más desventuras. La sorpresa no viene por el lado del equipo villano, que tiene a un Matthew Bomer como matón, actuando contracorriente de sus papeles usuales, pero que no resulta una amenaza de peso contra los héroes. Sino que llega por el lado de la joven hija de Gosling, que interpreta Angourie Rice. Lejos de ser un estorbo, resulta estimulante verla convertida en una tercera protagonista que envuelve a los hombres y les aporta una estupenda dinámica de grupo inseparable.
The Nice Guys puede no ser maravillosa, pero llega en un momento crucial en donde las salas están saturadas de super-películas, y su viaje a épocas doradas del cine de acción es suficiente para incitar todos los sentidos. Shane Black no puede dar mal paso, y su peculiar manera de ver al cine de acción promete buenas cosas para su próximo proyecto, The Predator. Mientras tanto déjense cautivar por la dupla de Healy & March, que no serán decepcionados.