La fría espina
Si pensabas que de todas las historias de postguerra mundial y Guerra fría que se han tratado en numerosas películas, ya viste todas las posibilidades, pensalo nuevamente. Dos Vidas aborda una problemática desconocida y muy particular entre este tipo de historias, logrando enganchar al espectador en el suspenso y la tensión de Katrine Evensen Myrdal (Juliane Köhler), una noruega, nacida producto de la relación entre un soldado alemán y Ase Evensen (Liv Ullmann) durante la segunda guerra mundial.
Al haber nacido con Hitler en el poder, Katrine era considerada como parte de la raza aria, por eso fue extraída de su madre y criada en un orfanato alemán. El fenómeno tiene su raíz en la Lebensborn organización fundada por Heinrich Himmler, líder de las SS, y en Noruega tuvo especial auge la promoción del engendramiento de hijos, “los hijos de la vergüenza”, entre soldados alemanes y mujeres noruegas, apellidadas como las alemanas tristes, para aprovechar su herencia genética aria. Fueron aproximadamente unos 12.000 niños de la Lebensborn, sobre todo de miembros de las SS, que sufrieron la discriminación y exclusión de la sociedad.
Una vez caído el muro de Berlín, un joven abogado Sven Solbach (Ken Dunken) decide empezar a investigar el caso de Katrine para juzgar la complicidad del estado noruego y poder cerrar una historia dolorosa, sin embargo, extrañamente se encuentra con una negativa sospechosa de parte de la víctima que no sólo no quiere colaborar, sino por el contrario, se dirige a Alemania a borrar rastros de ciertos detalles.
El desarrollo de las acciones va brindando pistas con pequeños flashbacks (bien diferenciados por la fotografía de esas filmaciones) para entender ciertos detalles del pasado de la protagonista y de su historia. El relato y lo particular de este caso logra el interés del espectador que se mantenga vivo en todo momento, por los cambios constantes entre los damnificados y la tensión que viven los protagonistas, así se convierte en un thriller entretenido por el drama familiar, con una narrativa más hollywoodense que europea. La historia es definitivamente fuerte y sólida, sin embargo, la sensación que da el film es que podría haber llegado a mucho más, aunque sea lo suficientemente fuerte y oscuro, con actuaciones bien logradas.
Los hechos están basados en escritos de Hannelore Hippe, se trata de una realidad que todavía no fue develada del todo en Noruega. Al ver la película y el desarrollo de los hechos se entiende muy bien la razón del ocultamiento, las familias pueden ignorar tranquilamente este hecho y es muy difícil que los involucrados den a conocer su verdad por miedo a destruir su presente como ocurre con Katrine.
Si bien es una película recomendable y una denuncia fuerte, Dos Vidas no logra destacarse más allá de llegar a la categoría de un buen film para ver un sábado a la tarde en cable.
Por Germán Morales