Las caras ocultas
El tema de los llamados "hijos de la vergüenza" es la base en la que se edifica este thriller, que tiene a Liv Ullmann entre sus protagonistas.
Los hijos de la vergüenza no son usualmente abordados por el cine germano. Eran niños, hoy adultos, de padres por lo general miembros de las SS y con madres de allí donde los nazis ocuparan territorios. Se llamó Lebensborn, y fue la idea del jerarca Heinrich Himmler para expandir la raza aria por el mundo.
En el caso de Dos vidas, la película se centra en Katrine (Juliane Köhler, de La caída y En un lugar de Africa), una mujer ya adulta, cercano el tiempo a la caída del Muro de Berlín, que se debatió entre su rol como espía de la Stasi, madre de una noruega (hacia adonde viajó) e hija de otra noruega (interpretada por Liv Ullmann, nada menos). O tal vez no todo sea así.
El filme es un thriller entre humanista y político, ya que si por un lado vemos a Katrine insertada en la sociedad noruega, con su familia, le cuesta sacarse de encima a los contactos de la policía secreta de la República Democrática Alemana, que quieren deslindarse de todo para evitar afrontar los juicios que se realizaron, tras la caída del Muro. Un abogado pide a Katrine y a su madre que comparezcan como testigos precisamente en uno, y allí comenzará a desarrollarse en paralelo la línea del thriller.
Los directores Georg Maas y Judith Kaufman combinan muy bien ambas caras de la historia, y llegan, no a confundir, pero sí a intrigar al espectador, que de movida no sabe qué es lo que pasa realmente con Katrine. Esto juega en beneficio del resultado del filme, ya que no menosprecia la inteligencia del espectador, sino que apela a que vaya desatando los nudos de la trama. No está todo digerido ni puesto en pantalla.
La película plantea si la relación sanguínea es o no más fuerte que la de la convivencia familiar. Como aquí hay buenos y malos, se rebaja el interés, pero en definitiva cada espectador puede encontrar o recostarse en Dos vidas en el aspecto que más le plazca.