Fuerte testimonio de crueles hechos reales
El estilo es convencional e incluye un par de recursos fáciles, de esos que la gente se pregunta por qué Fulana no va primero a la policía, o Mengana no vino acompañada. En cambio, la historia es fuerte, el trasfondo es terrible, el desarrollo dramático es impresionante. Se trata de la candidata alemana a los Oscar, una historia que expone los ocultos métodos de la Stasi, como "La vida de los otros", pero en un campo menos esperado: el espionaje exterior a cargo de jovencitas infiltradas en Noruega y países vecinos.
Dicho así, podría suponerse que estamos ante una película más de espionaje durante la Guerra Fría, con algo de "Operación Telefon", donde los malos eran los rusos infiltrados en EE.UU.. Pero acá hay varios malos. Por empezar, Noruega. Durante la II Guerra, muchas mujeres tuvieron hijos con soldados alemanes. El reino las obligó a darlos en adopción. No fue el único. El Estado nazi se hizo cargo. Luego, varios de esos orfanatos quedaron en manos de la RDA. Y el régimen comunista hizo que algunas de esas criaturas volvieran a sus países de origen convertidas en agentes secretos.
La acción transcurre en 1990. Por aquella separación de madres e hijos, un cuerpo de abogados pretende levantar juicio a Noruega ante el Tribunal Europeo reunido en Estrasburgo. Necesita la anuencia y colaboración de las víctimas. Así es como llegan a la casa de una familia que pudo ser reconstituida. En 1969, la hija logró escapar de la RDA y reunirse con su madre. Ahí están la madre, la hija con su marido oficial de aviación, la nieta estudiante de Derecho, la pequeña biznieta, la casita en las afueras de Bergen. ¿Para qué escarbar viejas heridas? (¿O para qué activar una posible bomba de tiempo? La Guerra Fría ha terminado, pero sus hombres no quieren ser descubiertos).
No estamos anticipando nada. Todo esto se sabe en los primeros minutos de la historia. Pero hay cosas que no hemos contado. Asuntos de carácter puramente humano. Y cuando pareciera que no puede descubrirse nada peor, pues descubriremos algo todavía peor. La última media hora es realmente dolorosa. Y hermosa. La mirada intensa de la veterana Liv Ullmann, el dolor en el rostro de Juliane Köhler y demás intérpretes, son memorables.
Dicho sea de paso, la película se inspira vagamente en una novela de Hannelore Hippe basada en hechos reales. Hay diferencias, aceptadas por la escritora. El protagonista masculino da paso a cuatro generaciones de mujeres, surge la figura del abogado joven, la red de espías tiene mayor peso. Lo demás, incluyendo un asesinato nunca aclarado, transcurre tal como lo dijeron la realidad y el libro. Terribles ambos.