Cineasta prolífico y versátil, el francés Olivier Assayas deja claro con esta película de apariencia ligera que sabe perfectamente cómo construir una comedia sagaz, entretenida y sugestiva. La protagoniza un grupo de personajes bien definido: intelectuales, progresistas, enrollados en asuntos existenciales y entregados por completo al cada vez más inusual arte de la conversación. Los tópicos que abordan son precisos: reflexiones sobre la autoficción literaria y la muy actual pugna entre lo analógico y lo digital en la golpeada industria editorial ("Google está secuestrando nuestra memoria literaria", se dice en algún momento, con tono de evidente resignación). Ese desdoblamiento relacionado con los cambios tecnológicos funciona también como espejo de otro de anclaje más sentimental, el de la vida amorosa de gente de mediana edad que pendula entre la fidelidad y el adulterio. Se lucen especialmente Vincent Macaigne, un comediante excepcional, y Juliette Binoche, tan luminosa como aplomada en su papel. El moño de este refinado regalo cinematográfico lo pone nada menos que Jonathan Richman, con "Here Comes the Martian Martians", otra elección inteligente de un film incisivo y encantador rodado oportunamente en un granulado Súper 16 mm, guiño que sintoniza con su espíritu cargado de nostalgia por los modales de una época que, como es notorio e inevitable, empiezan a difuminarse.