Pequeña reflexión sobre la era virtual.
La película Doubles vies de Olivier Assayas (Paris je t’aime, Personal shopper, etc.) es una «comedia a lo Woody Allen»: como ocurría sobre todo en las primeras producciones del más neoyorquino de los realizadores estadounidenses, los protagonistas –Juliette Binoche, Guillaume Canet, Vincent Macaigne, Nora Hamzawi y Christa Théret-, un grupo de personas que trabajan en el mundo editorial relacionadas personal y profesionalmente, pasan juntos una gran parte del tiempo y casi siempre hablando: hablando sin parar, discutiendo, enviándose mensajes subliminales… Todo perfectamente normal. Cualquiera que tenga amigos parisinos sabe cómo son esas cenas interminables.
Doubles vies: Pequeña reflexión sobre la era virtual 3En este caso, Alain (Guillaume Canet) es un editor parisino con muchísimas contradicciones: ama a su mujer Selena (Juliette Binoche, Oscar 1996 por El paciente inglés) pero tiene un lío con su joven asesora de edición digital; odia el último libro de su amigo Léonard (Vincent Macaigne) –quien vive con Valérie (Nora Hamzawi), que trabaja como asesora de un político- pero lo publica, siente pasión por las ediciones antiguas, pero no se separa de su lector de eBooks… A su vez, Selena se siente estancada como actriz en una exitosa serie de televisión pero es incapaz de dejarlo, al igual que su “affaire” con Léonard.
Todos los personajes, parisinos y burgueses («bobos narcissiques»), pontifican sobre la forma en que las redes de internet y el mundo virtual están transformando nuestras vidas. Las dos horas de proyección son una única e ininterrumpida reflexión sobre los pros y los contras de esta tercera revolución industrial que ya se ha adueñado de todos nosotros.
Al tiempo que sus relaciones se complican nos vamos enterando, poco a poco, de sus «dobles vidas» mientras escuchamos banalidades como «las nuevas generaciones han crecido con los ordenadores» o «los tuits son los haikus de hoy en día» , lo que convierte a esta comedia sentimental en la caricatura de un universo de «modernos», a partir de los cuales podemos plantear cualquier materia que se preste a la reflexión porque la llegada de internet ha cambiado sus coordenadas (muy tangencialmente, uno de los personajes apunta la pérdida de puestos de trabajo que supone, pero nadie se para a hablar sobre ello).
A partir de un proyecto sobre un editor, acariciado durante mucho tiempo por el realizador Assayas, Doubles vies se fue construyendo como «una películas de ideas –dijo a la Agencia France-Presse cuando se presentó en el Festival de Cannes- que evoca el tipo de diálogos, discursos, dudas, y cuestionamientos que podemos hacernos en torno a la evolución del mundo contemporáneo».
Assayas, que en su anterior película –Personal shopper– había tratado la soledad contemporánea en un mundo en los que SMS y los wasaps invaden nuestra vida, y se han convertido sin quererlo en la forma preferida de comunicación de mucha gente, sigue por el camino emprendido en busca de respuestas a los cambios que plantean las modernas comunicaciones, que afectan a toda nuestra manera de vivir y de mirar el mundo.
Doubles vies plantea un tema sin duda interesante pero el excesivo individualismo de los personajes le resta lo que pudiera tener de emoción. Es también el vodevil satírico de ese pequeño mundo «arrogante, egoísta, cínico y falsamente intelectual», que se mira el ombligo en la época de los e-books, los blogs y los tuits y que a través de sus historias de amor denuncian el elitismo que frecuentemente practican esos «artistas» famosos que desconocen absolutamente en qué consiste el mundo que les rodea.