Doubles Vies: Todos somos libros abiertos.
En esta era híper digitalizada, Olivier Assayas compone una película que se parece más a un libro de tapa dura con ese rico aroma característico. Una comedia clásica de enredos que critica el paradigma digital.
El director francés realiza Doubles vies (2018), una comedia bien a la francesa, aburguesada, con muchas copas de vino y charlas de alto contenido nostálgico, criticando el lugar de la industria de libros en la era digital. En forma de una historia entre un escritor y su editor nace la invitación a reflexionar sobre las relaciones, la fidelidad, la felicidad y el reinventarse. La película se apoya en inteligentes diálogos de personajes que atraviesan una resistencia al cambio de paradigmas generacionales y algunas diferencias en cuanto a los vínculos afectivos.
Alain (Guillaume Canet) es un exitoso editor que está atravesando el cambio que supone la nueva era de los libros electrónicos. Por ello es que ha rechazado publicar el nuevo trabajo de Léonard (Vincent Macaigne), su amigo y escritor desde hace años, quien no acepta la nueva tendencia. Además, subyace otro motivo el cual radica en que Léonard escribe autoficción sobre sus romances y Alain piensa que al público esta temática no le interesa. Alain, en base al auge de los e-books, contrata a la hermosa y joven Laure (Christa Théret) con quien también comienza una aventura amorosa, para llevar a cabo la transición de sus contenidos a formato digital.
Por otro lado, Selena (Juliette Binoche), es la esposa de Alain, una actriz famosa por una serie policial de TV que la tiene en boga pero de la que ya está cansada. Ella mantiene un affair con Léonard, hecho que inspira al escritor para su novela. Selena cree, al contrario de su marido, que Léonard ha conseguido realizar su obra maestra.
El título de la película refiere a los romances extramatrimoniales que mantienen Selena y Alain, quienes se ven estáticos en una relación sin deseo pero con mucho amor, aun sin querer romper ese lazo tan fuerte que los une. Asimismo, también da cuenta de la doble vida que se muestra en la ficción literaria o redes sociales, respecto de la realidad misma.
Cada vez que aparece una nueva tecnología, se piensa en la muerte de lo anterior. Pasó con todas los tipos de avances y sobre todo en el ámbito cultural, como por ejemplo, con la radio y la televisión. En la película, Alain se da cuenta de que, pese al crecimiento exponencial de consumo de e-books, a la gente le siguen gustando los libros de papel. Cree que tienen “je ne sais quoi”(un «no se qué»).
Assayas se ha interesado en medir al mundo en plena transformación digital. Así, las escenas expresan el debate sobre un incierto futuro, la ética delimitada por la comodidad del día a día desde un lenguaje que se contradice en un sector tan permeable al cambio como el editorial. Se intenta entender si los libros sobrevivirán a la llegada de los e-books, aunque ésta parezca sólo la excusa para que se entrelace la comedia adúltera, bien francesa, con el drama reflexivo.
La película se presenta como “Una comedia a lo Woody Allen pero con mucho más vino”. Y es muy real esa afirmación. Todo parece haber sido narrado por el gran cineasta neoyorkino. Sin embargo, Doubles Vies logra tener su propia personalidad. Como Woody Allen hace habitualmente, Olivier Assayas muestra a unas parejas de mediana edad discutiendo entre cenas gourmet y copas de vino, adulterios cruzados, e inevitables invitaciones a la reflexión, como ¿los e-books se comerán a los libros de papel? ¿Cómo se consume ahora la cultura?
En Los secretos de Harry (Deconstructing Harry, 1997), Allen aborda el tema de las mujeres identificadas en sus personajes, las profundas charlas intelectuales, los límites entre la realidad y la ficción, marcado aquí por Léonard y su escritura autoficcionada. En tono de comedia, Assayas aliviana temas realmente importantes, al igual que Allen, como filosofía, amor, sexo, política o el paso del tiempo.
A Assayas siempre le han interesado los cambios provocadas por los nuevos paradigmas. Su obra se manifiesta por la conciencia de pensar la cultura actual con un futuro incierto. Dobles vidas encuentra su momento más álgido en el concreto debate en cuanto al cambio de paradigma cultural con los irónicos planteos de los protagonistas. El director filma y escribe muy bien, logrando que la película mire hacia el futuro, quejándose de los cambios, en un formato de comedia clásica.
Todo buen cineasta trabaja sobre lo que le preocupa: en este último trabajo, enfrenta la divergencia entre lo analógico y lo digital utilizando el contexto literario, también de qué es lo que se lee y porqué se lee menos que antes.
Assayas trae una película por de más interesante. Al principio, parece una reflexión sobre el mundo digital, sobre el cambio de paradigmas en cuanto a la cultura. Este comienzo da lugar a una conversación entre los protagonistas inmersos en esos cambios. El cineasta plasma todo esto en una comedia de enredos, en la que sus personajes hablan mucho, como siempre se observa cuando se muestra la sociedad media alta parisina. Critica la banalidad de sus protagonistas, con conversaciones intelectuales que no son otra cosa que la dialéctica de sus propias acciones.
En síntesis, Double Vies es una comedia más profunda de lo que aparenta. Un relato con un elenco de primérisima línea y un guion impecable. Propone la reflexión y el debate sobre la función que tiene Internet en nuestras vidas, así como las dificultades a la hora de adaptarnos a los cambios.
Dobles vidas es una excelente película, digna de verla para entretenerse y para reflexionar sobre temas que a todos nos atañan. Con Guillaume Canet, Juliette Binoche y Vincent Macaigne como ese particular triángulo, era casi imposible que algo saliera mal.
Esta película no hubiese funcionando igual con un director menos experimentado. Es entretenida desde su simpleza disfrazada que en realidad muestra tópicos fuertes como el paso del tiempo, la dificultad de aggionarse, el desgaste de los vínculos, entre otros. Sin duda alguna, la película y sus reflexiones prevalecen en la memoria del espectador.