Como un Woody Allen parisino, el prolífico Olivier Assayas (Irma Vep, Sils Maria, Personal Shopper) sigue los vaivenes de un grupo de cincuentones vinculados al mundo editorial. Alain, el director de un sello importante (el atractivo Guillaume Canet), que lidia con la crisis de su sector, Selena, su esposa actriz (la belle eternelle Juliette Binoche) y Leonard (Vincent Macaigne) el escritor de autoficción que publica el primero y es amante de la segunda. A su vez, el editor también tiene una amante, la compañera mucho más joven que ha llegado a la editorial para avanzar en el proceso de conversión al digital. Una relación que abunda en interesantes discusiones, de las que ponen en evidencia las diferencias generacionales: papel versus ebook, crítica literaria versus redes y blogs.
De eso, de discusiones y largas parrafadas, en comidas de amigos, está hecha en buena medida Doubles vies. A lo Allen y muy a la francesa. Pero Assayas es un buen observador de costumbres y, con sus personajes, ejercita una mirada bastante implacable hacia el mundillo literario. Burlándose de los egos de los autores, a través de Leonard, que vive de su mujer, a la que engaña, y ha construido una obra ventilando intimidades de sus relaciones anteriores. Pero también del cinismo de una industria que trafica talento. Las dobles vidas de sus protagonistas, por otro lado, parecen vivirse sin pasiones ni grandes cuestionamientos. Los amantes secretos se encuentran y se besan en público, las infidelidades se revelan, o no, de una manera desafectada. Ese quizá ese desafecto, que también transmite la película, el que anula cualquier emoción sobre el destino de personajes que no terminan de caernos bien. Y que hablan demasiado. Doubles vies es un poco como ellos: inteligente, entretenida y fría.