Assayas vuelve a ofrecernos un relato personal y una mirada interesante sobre el mundo de los escritores y su relación con las tecnologías emergentes. Todo esto a través de una comedia que parece simple a primera vista pero que termina siendo sumamente profunda respecto a los mecanismos narrativos que emplea y a su lectura de las relaciones amorosas.
Alain (Guillaume Canet) es un exitoso editor parisino que posee una relación casi de amistad con Léonard (Vincent Macaigne), uno de sus autores que lo acompañó a lo largo de toda su carrera. A ambos les cuesta aceptar por completo el mundo digital actual y la creciente tendencia a la literatura en dispositivos móviles. Cuando se reúnen para debatir sobre el nuevo manuscrito de Léonard, Alain debe encontrar una manera elegante de decirle a Léonard que se está quedando atrás, de exponerle sus dudas, mientras que la esposa de Alain, Selena (Juliette Binoche) cree que por fin Léonard ha conseguido realizar su obra maestra. Selena tiene un affair con Léonard y Alain con su asistente de la editorial. Todo parece complicarse tanto en el ámbito profesional como en el afectivo, más si tenemos en cuenta que Léonard se basa en su vida personal para crear sus ficciones. Esta nueva propuesta de Assayas se sustenta en grandes e inteligentes diálogos, enredos amorosos y en personajes que atraviesan una crisis de la mediana edad o bien una resistencia al cambio de paradigma en lo laboral y una disconformidad en los vínculos afectivos.
Una propuesta interesante que probablemente no hubiese funcionado en manos de un autor menos experimentado, pero que Assayas saca relucir con elegancia y oficio. A nivel interpretativo se destacan Binoche y Macaigne que demuestran sus aptitudes para llevar adelante una comedia de este estilo. Un film entretenido que llama la atención por su falsa simpleza y cuya fuerza radica en un mordaz entendimiento de las relaciones desgastadas, de las mentiras, y el paso del tiempo en función de las cambios culturales.
Por el lado de su factura técnica también hay una especie de sencillez bajo la cual se esconde un tremendo trabajo de composición y movimiento de cámara en el espacio diegético. La fluidez con la que se maneja el director sirve para acentuar las diferentes posiciones de poder en las conversaciones, para darle mayor dinamismo a los temas tratados y para exponer los distintos cambios a nivel narrativo de lo que sucede en las psiquis de los personajes.
En síntesis, “Double Vies” comprende un atractivo retorno del director francés a través de una comedia más profunda de lo que aparenta. Un relato disfrutable que se beneficia de tener un elenco de primera línea y un impecable trabajo a nivel técnico.