Si criar hijos es una tarea difícil, lo es aún más cuando nacen con capacidades diferentes, como lo que le sucedió en su momento al actor Gustavo Garzón, quien dirige este documental, y su mujer de entonces, la fallecida actriz Alicia Zanca. Ellos tuvieron a los mellizos Juan y Mariano con Síndrome de Down.
El cimbronazo en el matrimonio fue importante, pero siempre se preocuparon qué, desde chiquitos, fuesen estimulados, haciendo actividades de acuerdo a sus posibilidades y deseos.
A los mellizos siempre les gustó actuar. Encontrar un lugar que los acepte, comprenda y enseñe para potenciar sus habilidades, a los padres les costó desde siempre. Hasta qué el director de esta película localizó hace poco tiempo un taller de teatro con un profesor, Juan Laso, que se dedica exclusivamente a dar clases a los chicos con dicho síndrome.
Este documental es un registro de las actividades que realizan allí Juan y Mariano junto a sus compañeros, con el objetivo final de realizar un cortometraje.
Allí podemos observar cómo los alumnos, de distintos grados de capacidad, pueden expresarse libremente, exhibir sus sentimientos con alegría, sin maldecir por la suerte tocada, sino buscan que los demás los acepten como son. El grupo es optimista y orgulloso de lo que son y hacen. Gracias a los padres y al profesor se sienten dignos en esta vida.
La cámara no los amilana. Hay varios que se muestran desenvueltos en los ensayos y en las entrevistas personales. La filmación corre por los carriles normales de este tipo de realizaciones, donde no interesa mucho la parte técnica, ni siquiera un criterio artístico, sino ser lo más objetivo posible, cómo, por ejemplo, al conversar con mujeres vinculadas y entendidas en este tema obteniendo opiniones desde distintos puntos de vista.
Gustavo Garzón tiene la necesidad de compartir y divulgar una alternativa para que otros padres, que se encuentran en la misma situación que él, tengan posibilidades de llevar a sus hijos especiales a una escuela que los valore por lo que son y pueden dar