Dos de los cuatro hijos del actor y aquí director Gustavo Garzón (los mellizos Juan y Mariano, frutos de su matrimonio con la actriz Alicia Zanca) tienen síndrome de Down. Así, en su búsqueda por darles desde pequeños un ámbito saludable conexión y expresión, encontró -después de muchas experiencias fallidas- al grupo teatral Sin drama de Down, que lidera desde hace más de una década Juan Laso.
La película es un registro íntimo y minucioso del proceso creativo de Laso y los participantes de sus talleres para montar una obra o filmar un cortometraje, siempre respetando las limitaciones y potenciando, a la vez, sus maravillosos atributos. El documental va de lo personal (home-movies, voz en off de Garzón) a lo didáctico, con testimonios a cargo del propio Laso, de la docente Belén Cervantes López y de la mítica danza terapeuta María Fux.
El film es sencillo -por momentos un poco desprolijo o desarticulado- pero de una sensibilidad y una nobleza insoslayables e incuestionables. Es imposible no emocionarse al ver los logros artísticos y afectivos de estos muchachos y muchachas, los abrazos con sus seres queridos tras una función. Cualquier cuestionamiento formal o técnico a la película queda sepultado, así, por esta avalancha de ternura, un tributo inspirador que va mucho más allá de los límites de la corrección política porque nace de las entrañas, de lo más profundo del amor.