El "Drácula" de Argento, otra versión del clásico
Darío Argento es un director, guionista y productor de cine italiano, conocido por sus trabajos del género giallo, y por su influencia a películas de terror y slahers.
Romano, empezó su carrera como crítico de cine y a la vez comenzó a escribir guiones.
Con Bernardo Bertolucci se abrió las puertas y en el 70 empezó su carrera como director.
Mario Bava, Riccardo Freda, Sergio Leone, Alfred Hitchcock, Michelangelo Antonioni y Federico Fellini influyeron en su estilo, y aunque Bava es considerado como creador del cine giallo --un derivado de los folletines policíacos de la Italia de los años 30--, Argento fue quien popularizó el género y lo expandió fuera de su país.
Dirigió tres películas bastante exitosas dentro del género como El pájaro de las plumas de cristal (1970), El gato de las nueve colas (1971) y 4 mosche di velluto grigio (1972); y logró todo un sello con los thriller Rojo profundo (1975) y Suspiria (1977).
Con una trayectoria aún vigente, tuvo vaivenes financieros y creativos. Pero a los 73, demuestra con su versión de Drácula 3D su inquietud por mantenerse en acción.
El Drácula de Argento, menos rimbombante que el de Coppolla pero quizás más sofisticado en ciertas sutilezas, cuenta que Jonathan Harker viaja en tren de Inglaterra al remoto castillo del conde Drácula, situado en los Cárpatos en la frontera de Transilvania, con el propósito de catalogar su biblioteca.
Al principio atraído por los simpáticos modales de Drácula, descubre que es el prisionero del castillo y comenzará a ser testigo de las perturbadoras facetas de la vida nocturna del conde.
La llegada de su mujer, Mina, a la casa de su amiga Lucy, la mujer atrapada por la sensualidad de Drácula, despierta la sed de venganza del conde, puesto que es ella quien le recuerda la herida por amor.
El doctor Van Helsing no tardará en aparecer en escena, para completar un entramado que se toma ciertas libertades pero sigue la estela del Bram Stoker.
Filmada en un 3D que, dice Argento, lo inspiró por la posibilidad que le da de crear profundidad en espacios abiertos como en recintos claustrofóbicos, el realizador recurre a sus marcas para recrear la fábula en un relato hablado en inglés pero con rasgo europeo y de cine de clase B.
Una cámara casi inmóvil, tomas que parecen extraídas del cine mudo, una luz clara donde el rojo de la sangre estalla con brutalidad y una sexualidad de enfoque casi adolescente, contrastan con la indagación psicológica sbore la personalidad del héroe como la consecuencia de una historia de violencia, desengaño y despecho.
De apariencia pueril, se trata de una cinta en la que Argento muestra tanto su curiosidad por una utilización con mano propia de las nuevas tecnologías, como su eterno aprecio a los maestros del género del terror --Hitchcock, de acuerdo con algunas declaraciones, está entre sus fuentes-- más la necesidad de ofrecer una versión diferente de un clásico que ha quedado asociado a otras firmas de la filmografía internacional.
De culto, como lo fue y será, no es de esperar que la impronta de Argento resulte de gusto de un público masivo. No sería Argento si así sucediera. Sí de una platea que gusta de encontrar matices entre el común de la producción que se ofrece habitualmente.