Un clásico en las manos de Dario Argento prometía mucho, mucho. Además, si contaba con la participación de su rebelde hija Asia y el regreso a las pantallas de Rutger Hauer (gracias por tanto cine clase B), la espera por su estreno (luego de varias postergaciones) se hizo demasiado larga.
“DRACULA 3D”(España, Francia, Italia, 2012) es una película que intenta recuperar el espíritu gótico de la novela de Bram Stoker, pero al contar con referentes tan importantes como el de la versión de Copolla o Bela Lugosi, las comparaciones son inevitables, y en esta oportunidad el maestro del horror sale perdiendo. Porque si bien ha intentado reflejar la esencia de Drácula el resultado no es el mejor.
La historia del Nosferatu en busca de un reemplazo para su amor eterno y aquellos que lucharán a toda costa por evitar que logre capturar a Mina no alcanza. El director decide incorporar la tecnología del 3D para enfatizar algunas escenas con efectos muy básicos, pero el resultado no es el mejor, ya que, además, hay una serie de decisiones equivocadas que atentan contra la integridad del producto, por ejemplo el conde no se transforma en murciélago y sí en otros animales e insectos (mosca, lechuza, etc.).
Filmada con planos cortos y detalles, y dentro de espacios muy cerrados y pequeños, además de poseer algunos cortes y saltos de eje, las buenas intenciones de Argento terminan por echar por borda la verosimilitud del filme.
Hay un trabajo sí muy logrado con los colores. Las imágenes poseen una paleta de tonalidades y textura similar a aquellas películas que en los años noventa del siglo década pasado se encargó de colorear Ted Turner para emitir en las cadenas TBS o TNT.
Así, la noche, cuando Drácula ataca y se alimenta de sus víctimas, es negra, azul y verde. Por otro lado en las mujeres priman los rojos, rosas y blancos. Para los hombres, reservó verdes, marrones y negros.
Pero sólo con el color no alcanza. Viendo el filme recordé un sketch de “The Benny Hill Show” en el que tomaban a Drácula como punto de partida para mostrar, ¡cuándo no!, mujeres casi desnudas. Acá pasa algo similar, pero en el caso del programa cómico la risa era esperable. Aquí no. Y la risa llega igual. Como en esa escena en la que Drácula se transforma en una mantis gigante, verde, que come cabezas y asesina.
Tomar un clásico de la literatura, imponerle las relgas del gore y el trash terror, eso es lo que quiso hacer Dario Argento, en esta poco afortunada versión de Drácula, en la que ni el 3D lo salva.