Colmillos afilados
Un relato que combina aventura y terror para mostrar el origen del personaje clásico inventado por Bram Stoker, Drácula, quien reaparece en la pantalla como Vlad, el Príncipe de Rumania que necesita más fuerzas para enfrentar al imperio turco.
Drácula: la historia jamás contada encuentra en Luke Evans (Nadie Vive) al intérprete ideal que deambula entre la oscuridad propia de "la criatura de la noche" y el guerrero que debe proteger a su mujer y a su niño de la violencia de la época. En ese sentido, la visión que le imprime el debutante Gary Shore al relato tiene momentos de tensión: el encuentro entre Vlad y un vampiro legendario (Charles Dance) que se esconde en una cueva y le ofrece un pacto que lo condena; espectacularidad en las batallas (parecen salidas de 300) y sentidos agudos que le dan al protagonista capacidades diferentes a las de los mortales. Todo esto se da en un marco de acción y lucha de poderes pero el film tampoco descuida el costado romántico de Vlad.
La película, que navega entre precipicios, murciélagos, nubarrones que tapan la luz solar y monedas de plata como amenaza constante para Vlad, cumple con lo que promete y, en su tramo final, imprime una vuelta de tuerca que le sienta bien y se abrirá hacia nuevos rumbos. Drácula: La historia jamás contada está también protagonizada por Sarah Gadon, Dominic Cooper en el papel del villano de turno y Zach McGowan.