Hubo una época en la que el logo de la Universal al comienzo de un film ligado al nombre de uno de sus grandes monstruos (llámese Dracula, Frankenstain o El hombre lobo entre muchos otros) era un sello de confianza. Inclusive la Hammer allá por la década del 60 y 70 supo entregar interesantes y frescas readaptaciones de estos clásicos de la mano de Christopher Lee como el temible Conde Dracula y el eterno Peter Crushing como su archi-némesis el Dr. Van Helsing. Pero en el siglo XXI y varias adaptaciones después (lo admitimos, no todas fueros buenas, ni siquiera en ese revivir de la Hammer de los monstruos clásicos) a los guionistas parece costarle cada vez más entregar un producto satisfactorio con el Conde Dracula como protagonista. Aunque en este caso sería más justo referirse a él como Vlad Tepes (el empalador) ya que la historia supone contar sus orígenes de cómo éste se convirtió en el chupasangre más famoso de la literatura fantástica y el cine.
Dicho esto, en su primera película, el novato director Gary Shore orienta su historia hacia el retrato de un Vlad Tepes ennoblecido que se esfuerza mucho en ser un héroe lejos de un demonio. Pero en el fondo, del mismo modo que si vemos una película de Jesucristo sabemos que al final termina crucificado, aquí comprendemos que su destino es convertirse en el vil chupasangre que todos conocemos. El problema es que el acercamiento del guión apenas se inclina por recrear el presuntamente
perturbado perfil psicológico de un príncipe que en el afán de salvar a su pueblo y familia debe convertirse en un monstruo. En el camino, por supuesto, abundan las escenas de acción con efectos especiales (que de especiales poco tienen ya que todo parece disimulado por el ya a esta altura trillado recurso de la cámara en mano) y batallas épicas repletas de soldaditos mal rendereados en 3D.
Si analizamos el título del film resulta curioso que al "Dracula" le siga un "La leyenda jamás contada". Basta con entrar a IMDB y advertir que existen más de 400 títulos que involucran de manera directa al personaje, comenzando por la mítica Nosferatu (1921) de F.W. Murnau. ¿Cuánto nuevo puede haber en esta adaptación? No mucho realmente.