Un arranque formidable
¡Qué lindo poder arrancar el año cinéfilo con este espectáculo hermoso! Dragon Ball Super: Broly no es perfecta pero, para los estándares de la franquicia, es de lo mejor que se vio alguna vez.
La película la está rompiendo en todo el mundo (lo que implica que tendremos Dragon Ball para rato) y le fue especialmente bien en nuestros cines locales, quedando primera en taquilla con más de 100.000 espectadores. Una locura si comparamos con La Resurrección de Freezer, que había tenido la mitad en su estreno allá por 2015.
Desde que se anunció esta película (a finales de 2017) la emoción invadió a todos los fans que veníamos golpeados por el venidero final de “Dragon Ball Super”. Personalmente no me volvía loco que trajeran a Broly al canon, pero igual tenía muchas expectativas por esta nueva historia. Especialmente porque el material promocional se veía increíble.
El resultado, afortunadamente, es muy satisfactorio. La trama se divide en dos partes muy marcadas. La primera (de unos 40 minutos) es más un exposition dump de cosas que ya vimos antes, pero reimaginadas y reinterpretadas. Un nuevo origen para Broly, la relación entre Freezer y los saiyajins, el final del planeta Vegeta, etc.
Los fans pueden identificar varios guiños y es un buen refresco para aquellos que no estaban tan al día con la serie.
Acción y experimentación a pleno
Luego llega la parte de los bifes que todos queremos ver y ahí ya no da respiro. Durante los próximos 60 minutos (es la película más larga hasta ahora), hay toda una seguidilla de secuencias de acción impresionantes, varios momentos experimentales (que no pienso comentar acá porque deben disfrutarse en el cine), técnicas novedosas y muchas transformaciones. La animación realmente alcanzó un nuevo pico de excelencia.
De nuevo: no todo funciona y tengo varias críticas que van desde cosas importantes de la trama hasta detallecitos tontos que me molestaron por mi naturaleza nerd. Pero Akira Toriyama y el director Tatsuya Nagamine sabían qué querían los fans y lo brindaron servido en bandeja.
Particularmente me gustó que los momentos dramáticos no fueran cortados con algún chiste innecesario. El drama tiene fuerza y peso emocional… algo que no esperaba de este tipo de producción.
Esto sí vale aclararlo: si bien hay numerosos cameos de personajes icónicos (y un par de sorpresas para el final) se notaron algunas ausencias importantes. Por suerte tenemos la dinámica entre Goku y Vegeta (que es maravillosa) y a un Freezer en lo más alto de su juego.
La reinterpretación de Broly
La nueva versión de Broly es mucho mejor tanto en su diseño como en sus motivaciones. Disfruté que su papel no se redujera a ser una especie de Hulk imparable. En la trama funciona como una especie de antihéroe traumado por su pasado y los abusos de su padre. Todavía no me puedo sacar de la cabeza sus molestos gritos, pero es mucho más sencillo conectar con su personaje en esta reinterpretación.
Indudablemente, el punto fuerte de Dragon Ball Super: Broly es su animación, por lo que es necesario vivirla en la mejor pantalla posible. Cuando Broly comienza a repartir piñas, la acción se vuelve intensa y no decepciona.
Luego de que Toei Animation dejó mucho que desear en los primeros arcos de Dragon Ball Super, acá demostró que puede tener calidad de imágenes y movimientos fluidos cuando realmente se lo propone (y hay presupuesto, claro).
El estilo combinado de dibujos tradicionales con el 3D CGI no desentona. Las batallas están todas muy cuidadas. A pesar de que la acción es rápida y desenfrenada, todo el tiempo podés entender lo que está pasando. Tengo ganas de volver a ver esta película tranquilo en casa solo para disfrutar de las peleas una vez más.
Un punto llamativo a mencionar es el soundtrack. Para bien o para mal, la franquicia de Dragon Ball nunca fue musicalizada de esta forma. Los momentos instrumentales me parecieron fantásticos, aunque no me convencieron para nada los temas musicales que tienen como a un anunciador gritando los nombres de quienes están peleando. Quedó bastante descolgado.
Atentos a la sorpresa del final, que recupera a uno de los personajes más emblemáticos que únicamente habíamos visto en la que quizás fue la mejor película de Dragon Ball Z.