Tengo mis sensaciones encontradas con Dragon Ball Super: Broly. ¿Hay que escribir sobre ella por lo que es como película o por lo que representa para los fanáticos? Supongo que tiene que ser más por el lado de la segunda opción, dado que es para quienes está destinada. En lo personal, Dragon Ball y Dragon Ball Z marcaron a fuego cierta etapa de mi vida, precisamente durante el colegio primario y secundario, que hace tiempo quedó atrás. En su momento también vi Dragon Ball GT, mucho no importó siendo chico que Akira Toriyama no estuviera a bordo, y varias de las películas que salían en video y no formaban parte del canon, entendiendo por esto último la continuidad del animé. A pesar de la insistencia de amigos, no vi Dragon Ball Super. Quizás debería hacerlo, pero lo cierto es que a esta altura del partido me da fatiga.
Viéndola con ojos objetivos, no puedo decir que esta nueva película me haya gustado. Hay quienes hablan de nostalgia… ¿Dónde queda la añoranza si la nueva etapa de la serie se emitió hasta el año pasado? Además se trata, después de todo, de la tercera película en estrenarse en la pantalla grande en el último lustro. Pero hay un nuevo orden de las cosas con Akira a bordo y la inclusión de este antagonista -aquí de un diseño más sobrio-, que no formó parte de la serie original y sin embargo se volvió un gran favorito del público, ameritaba otro paso al cine. Uno que, básicamente, se propone eliminar lo hecho previamente y dar un cauce diferente a la historia que se sabe, sumando cierta confusión en el proceso.
Desde el principio se viaja a un pasado conocido, al tiempo del nacimiento y posterior exilio de Broly por decreto monárquico. Aquello sienta las bases de la futura venganza contra la raza saiyan. Como es bien sabido, la destrucción del planeta a manos de Freezer depura a la galaxia de la mayoría de estos poderosos guerreros, con lo que la represalia por parte del incontrolable luchador y su progenitor Paragus se correrá hacia el descendiente del Rey Vegeta, el orgulloso príncipe homónimo. Toda la primera etapa del film es bien rescatable, con la animación a punto y con la paternidad como un tópico que sobresale. Hay varios padres en acción, cada uno haciendo lo que considera mejor por su hijo. King Cold cede el mando del ejército a su hijo Freezer, el Rey Vegeta toma una decisión cruel y despiadada para mantener el futuro mandato de su descendiente, el Coronel Paragus renuncia a su planeta para salvar a Broly, Bardock envía a Goku a la Tierra para protegerlo de la destrucción de Vegita.
Esta larga introducción da pie a la historia, con una nueva vuelta de Freezer que ve en Broly a la herramienta para finalmente destruir a Goku. Lo que sigue es una larga batalla entre este y Vegeta contra el imparable guerrero, de un poder inconmensurable. Hay que poner énfasis en la extensión del combate, que se siente como unos 40 minutos de piñas, patadas, muchos gritos, poderes sin nombre y transformaciones intrascendentes. Es que la fuerza del guerrero legendario es inimaginable y no hay supersaiyajin, con pelo rojo o azul, que se le pueda comparar. El combate es intenso, pero las apuestas son bajas. La ausencia de otros personajes por fuera de los guerreros mantiene la acción contenida, y lejos de alcanzar el nivel épico de peleas del pasado.
El mayor logro de Dragon Ball Super: Broly es el de humanizar al personaje del título, a quien se le da una historia de origen y se justifican sus acciones como parte de una dura crianza de su padre. Es una máquina de combate desquiciada, pero no el sádico de las versiones previas. No puede dominar su vasto poder y en batalla pierde por completo el control, pero ahora posee rasgos de bondad. Es un ser con una fuerza bestial, pero que esconde un gran corazón, y ahí es que puede conectar con ese enorme personaje que es Goku. En caso de que se decidiera continuar la serie, bien podría seguirse su historia.
No hay mucho más que decir respecto a esta nueva película, que mantiene la tendencia de reescribir lo hecho previamente y solo preservar algunos elementos que funcionan mejor. Los fanáticos tendrán suficiente con que emocionarse, incluso hay algunos cameos de personajes poco justificados que pueden despertar entusiasmo, ni hablar de las voces originales que están siempre dispuestas a volver. Pero en líneas generales se percibe como una producción apresurada, que desarrolló a su antagonista hasta cierto punto y de ahí en adelante lo soltó para pelear. Ese apremio se nota. Lejos de los cinco minutos eternos previo a la explosión de Namek, aquí una hora de batalla transcurre en segundos y con ello se pierde cierta contundencia en varios aspectos. Como sea, servirá como una digna introducción de Broly para las nuevas generaciones y no mucho más que eso.