Llega Dragon Ball Super: Broly, reboot en el nuevo universo de Dragon Ball de uno de los adversarios más poderosos de Goku y compañía.
La serie de Dragon Ball nace allá por los años ochenta adaptando del manga la historia de Goku y sus aventuras. Luego vino Dragon Ball Z, Dragon Ball GT, Dragon Ball Z Kai y, finalmente, en 2015 llegó la nueva Dragon Ball Super (que continúa las historias desde Dragon Ball Z).
Quien escribe -y vale la pena la aclaración- vio todas las películas y episodios de la saga Dragon Ball. Una constante de todos los enfrentamientos que tienen los protagonistas, y en particular Goku, es que siempre tienen algo más para dar en las peleas, siempre se superan llevando las cosas a una escala desorbitante de luchas y luces de colores.
Habiendo dicho eso, Dragon Ball Super: Broly no tiene sorpresas en ese sentido. Las sorpresas (o novedades) son más para los seguidores de la saga que para el público en general. La primera media hora de película nos muestra hechos que los seguidores ya conocen, pero no habían visto en detalle o son mostrados desde otro ángulo (explosión del planeta Vegita, ascenso de Freezer, etc).
No es una película de animación para todos, como pueden ser las de Disney, Pixar o Sony. Estas películas están dirigidas para el público que ya las está esperando, lo que hará que estas palabras probablemente no cambien para bien o mal su deseo de ir a verla.
Dragon Ball Super: Broly tiene la presentación de Broly (aunque ya lo conocíamos en otras películas, acá tiene su reboot como personaje dentro de DBS). Las escenas de pelea son, como en la serie animada donde suelen durar de 3 a 6 capítulos (donde transcurren sólo 15 minutos), largas, rápidas, con canción de fondo, luces de colores y todo lo que quieren ver.
La animación combina nuevas técnicas con la clásica estética de la serie, lo cual es un acierto para aportar algo nuevo de verdad.