El documental Buscando a Panzeri, que se origina por la curiosidad y ganas del director (ya que en un principio su investigación sobre Dante Panzeri era por otros motivos) se estrena en Puentes de Cine. Dante Panzeri fue un periodista deportivo que, entre otras tantas cosas, escribió un libro llamado Fútbol, dinámica de lo impensado. Ese texto es el puntapié que tiene Esquenazi para investigar y reeditar un libro que se fue olvidando, tanto como su autor. Panzeri (símbolo de la revista El Gráfico) suele ser muy recordado y citado en charlas futboleras y periodísticas pero, en su mayoría, quienes lo nombran son aquellos mayores de 40 años. Desde los años 60 él era el periodista que se enfrentaba a los poderosos y a toda institución futbolística. Miembro de la mítica revista Humor, uno de los fundadores de la figura del periodista deportivo en la tv más popular, con crónicas en diarios y revistas dignas de análisis y no de mera descripción fotográfica. como un pie de página de foto. Una figura que debería, por lo menos para quienes estudian periodismo y más aún periodismo deportivo, ser rescatada y estudiada. Sin embargo Panzeri vive en el olvido. En el olvido de muchos colegas y, lo más grave, también en el olvido del archivo. Su escritos son difíciles de conseguir y sus participaciones televisivas casi inexistentes, ya sea por mala fortuna (incendios en los canales de televisión) o impericia y no cuidado por la historia, borrando y reutilizando materiales de grabación. Esquenazi busca al periodista y al hombre, entre familiares y amigos, colegas y admiradores, trata de recopilar y reconstruir la imagen de alguien que se enfrentó a dueños de medios, a políticos, a periodistas del establishment e incluso a la dictadura de los 70. Su forma de escritura en la crítica y análisis de algo tan simple, muchas veces, como el fútbol hace recordar el texto “Arte de injuriar” de Jorge Luis Borges (que aparece en Historia de la eternidad y que los invito a leer antes o después de ver el documental). Panzeri te destrozaba o te llevaba al Olimpo con altura, con palabras, no con insultos ni chicanas. Buscando a Panzeri es otro ejemplo de documental que rescata una figura importante de nuestra cultura que no conocíamos, pero al ver la película nos damos cuenta de que deberíamos hace mucho conocer su nombre.
Los adoptantes está dirigida por Daniel Gimelberg y protagonizada por Diego Gentile y Rafael Spregelburd. Gimelberg es considerado por muchos el mejor director de arte del cine argentino y había incursionado en la dirección de cine hace once años con una película llamada Hotel Room. Los adoptantes es una comedia romántica que aborda los problemas que tiene una pareja cuando decide adoptar. Problemas que serán tanto burocráticos como afectivos. Ellos son Martín (Gentile) y Leonardo (Spregelburd) y llevan casi diez años juntos. Esa solidez y desgaste de pareja se ven reflejados en la pantalla. Si bien Los adoptantes apuesta a los clásicos conflictos de una comedia de enredos o romántica, eso no es un error, sino que lo hace de buena manera. Sin dudas el mayor logro del director y del elenco es contar esta historia de pareja (gay) en donde nadie, absolutamente nadie, dentro de la historia ve en eso o en su deseo de adopción una rareza. Lo muestran y lo vemos como debería ser siempre en todo. Normal, como cualquier pareja. Completan el elenco Florencia Peña, Soledad Silveyra, Agustin “Radagast” Aristarán y Marina Bellati, cada uno aportando desde su personaje para darle a la historia un mejor contexto y subtramas. Los adoptantes es una película mainstream del cine argentino que se la juega con escenas y temáticas que no solemos ver en este cine comercial, pero que sí deberíamos.
Hace diez años Fleischer dirigió, en una gran comedia, a Jesse Eisenberg (en pleno ascenso), Emma Stone (mucho antes de La La Land), Woody Harrelson y Abigail Breslin. Tierra de zombies (Zombieland) funcionó en ese subgénero de la comedia que introduce a los zombies, como también lo hicieron películas como Muertos de risa (Shaun of the Dead). En los últimos años se está dando un fenómeno en el cine mainstrean: que el público, las productoras, los estudios, “alguien” pide que aquello que tuvo éxito vuelva, ya sea como secuela o precuela u homenaje o algo. Pasa en las series de televisión también, como pudimos ver hace poco con el estreno de la fallida El camino, «recuperando» un personaje de Breaking Bad. La premisa de “si algo funcionó, volverlo a hacer con los mismos interpretes debería funcionar” es falaz. Zombieland: tiro de gracia es otro ejemplo de eso. De los hechos vividos en la primera película, esta secuela retoma la historia habiendo pasado algún tiempo (nunca se especifica cuánto, pero a la actriz Abigail Breslin es a quien más se le nota el paso de los diez años reales). En Zombieland: tiro de gracia el mayor logro, si se quiere llamar así, es el hecho de haber logrado juntar a los cuatro actores originales. Si bien a Harrelson y a Eisenberg se los ve muy cómodos en su regreso a Tallahassee y Columbus, respectivamente; Stone como Wichita y Breslin como Little Rock parecieran no estar disfrutando la vuelta. Vale la pena aclarar que quien escribe disfrutó mucho y encuentra muchos aciertos en la primera película y que, como suele suceder con muchas secuelas, esta no la creí necesaria. Tierra de zombies funcionaba como la historia de ese grupo que se encuentra de casualidad en un mundo distópico con un objetivo en particular. En Zombieland: tiro de gracia se ve lo forzado, funcionan algunos chistes y lo técnico es mucho mejor, lo cual en 2019 no es un logro si no requisito mínimo. En esta historia Little Rock se va porque necesita “encontrar su camino” y el resto del grupo deberá ir a salvarla. Zombieland: tiro de gracia no era necesaria, como tantas cosas que no lo son pero las pedimos o nos las ofrecen igual. No aburre, pero no aporta, no resta pero no suma en nada. Quizás lo mejor se ve en los créditos y eso ya dice mucho de ella como película.
Este documental es una de esas joyitas que cada tanto uno puede encontrar en un festival como el BAFICI (en el que terminó ganando la Competencia Internacional) y que ahora tienen la posibilidad de ver como estreno comercial. Peter Grudzien es músico y el artista creador de The Unicorn (1974), el primer álbum de música country abiertamente gay. Ese género musical suele ser particularmente misógino, machista, sureño, pero nunca, y menos en sus orígenes, con temática o compositores gays. La primera virtud de los realizadores es haber encontrado esa joya musical dentro de ese género. Pero lo mejor del documental no es el disco, el country, la comunidad gay y la vida de Peter desde la década del 50. Lo maravilloso del documental es descubrir a su familia y diferentes personajes que van surgiendo y son parte de la vida de Peter durante los dos años que duró el registro de los documentalistas. El registro documental es preciso, por supuesto Peter es el protagonista y al comienzo pareciera ser un tanto desequilibrado, desordenado, loco. Pero al conocer a su hermana o su padre veremos que él no está tan fuera de la realidad como muchos podrían pensar. The Unicorn fue un disco que logró sacar Peter de manera independiente, que para nada lo hizo destacar, pero sí fue un logro personal en aquellos años. Lo recomendación, además del documental, es la de buscar y escuchar el disco, y si es luego de ver The Unicorn, no tengan duda de que la emoción al escuchar su música será aun mayor. Los últimos minutos de The Unicorn son de una gran tristeza, pero como suele ocurrir con la música country, nos pasa por la tristeza y luego nos saca a bailar.
Se estrena Todo por el ascenso, dirigida por Jorge Piwowarski Roza y protagonizada por Tomás Fonzi y Ariel Pérez De María. Néstor (Pérez de María) es extremadamente supersticioso. Este año, su equipo se juega el ascenso en Mendoza y se dispone a viajar con Rafa (Fonzi) . Pero aparece Fabián, un amigo que hace años que no ven y dicen que es mufa. El ascenso está en peligro, a menos que puedan evitar que Fabián entre a la cancha. Esa es, en parte, la sinopsis de Todo por el ascenso. Una película que arranca, hay que decirlo, de manera bastante accidentada. Muchas fallas desde lo técnico y desde lo actoral. Si bien todas esas cosas no se terminan subsanando, sí tienen una mejora a medida de que avanza el film. Un detalle, algo que me llamó la atención a mí y sobre el que no tengo una respuesta, pero me parecía interesante ponerlo en estas líneas: el club del cual son hinchas, fanáticos (fanáticos hasta la médula y cabuleros hasta el hartazgo) se llama “Atlético Saavedra”. Un club, del ascenso, identificado con ese barrio es Platense (cuyo color es el marrón). Uno de los clásicos rivales de Platense, en el ascenso, es Ferrocarril Oeste, club del barrio de Caballito, cuyos colores son el verde y el blanco. La camiseta de Atlético Saavedra es verde y blanca. Casualidades. O no. Todo por el ascenso no pretende mucho, por que tampoco lo podría justificar. En su poco más de una hora no aburre y podrá sacar algunas risas buscadas. La dupla actoral funciona bien en esta comedia, pero no alcanza para ganar el ascenso.
Después del éxito, no sólo en la taquilla convirtiéndose en la película de terror más vendedora, sino también por la respuesta que tuvo en el público, la llegada de esta segunda parte que concluyera la historia era más que un hecho lógico y esperable. Pasaron 27 años de los sucesos que vimos en la película anterior con Pennywise y “los loosers». Ellos hicieron la promesa de que si It volvía, ellos también lo harían para enfrentarlo una vez más. It volvió y ellos también. Uno de los aciertos en It: Capítulo 1 fue el casting, los chicos de la primera película se lucieron, ahora era el turno de que el casting de adultos haga lo mismo (mezclando pasado y presente en la película). Para It: Capítulo 2 la primera en sumarse fue Jessica Chastain, así fueron llegando el resto como James McAvoy y Bill Hader. Detengámonos un poco en Bill Hader, por que sin dudas es el que más destaca en It: Capítulo 2. Ya sea por su personaje (Richie), por sus capacidades o por la generosidad de Muschietti, es quien tiene las mejores escenas, mejores diálogos y quien genera mas empatía con el espectador. Una vez más el director vuelve a acertar en el casting elegido y, con los créditos ganados en la primera parte, en esta continuación se da todos los gustos, cinematográficamente hablando. Podrán leerlo en otras criticas, o en entrevistas, pero no me voy a detener en contarles quiénes, cómo y qué sorpresas preparó Muschietti. Me parece mas interesante que lo descubran por ustedes mismos en el cine. Cuando hace unos años vimos el Pennywise de Bill Skarsgard fue una de las mas gratas sorpresas de la película. En It: Capítulo 2 por supuesto que está el personaje y tiene escenas escalofriantes y con la tensión bien marcada. Queda la sensación de que hay poco “payaso” y más “monstruos”, pero esa crítica ya no seria al director sino a Stephen King que escribió la novela. ¿Es It: Capítulo 2 mejor que la antecesora? ¿A quién le importa? ¿It: Capítulo 2 funciona como película de terror y va un poco más allá del género? Sin dudas que sí, es sobre los vínculos, las amistades, el compromiso, el lugar de pertenencia y mucho más. La excusa para muchas cosas es Pennywise, pero podría haber sido un fantasma, un hombre lobo o simplemente un cumpleaños. Con It: Capítulo 2 Muschietti reafirma, luego de Mamá e It: Capítulo 1, que el género le sienta bien. Igual se vienen nuevos proyectos para él, en un futuro cercano, y probablemente sean fuera del género, un lugar donde será interesante verlo para que siga demostrando lo que hasta ahora tan bien hizo.
La escuela contra el margen, tercer documental en conjunto para Lisandro González Ursi y Diego Carabelli. Luego de su paso por diferentes festivales, llega el estreno de La escuela contra el margen, un documental muy bien logrado desde lo técnico y que tiene mucho para decir, mas allá del contexto de un aula de colegio. Florencia ingresa en el colegio Manuel Mujica Láinez, ubicado en la zona de Villa Lugano, en la Capital Federal, para dar un taller especial para algunos alumnos. Los directores registran a lo largo de un año este taller y cómo son las relaciones, no sólo entre alumnos y docentes, sino también entre ellos y el barrio (mejor dicho, barrios) en los que viven. Un día, dentro de este taller, Florencia trae la propuesta de realizar un mapeo del lugar en el que viven para ser presentado en el Encuentro del programa Jóvenes y Memoria. Desde lo técnico, lo más interesante es cómo, a medida que avanza la película, el espectador y los que están presentes en el aula, se olvidan de la cámara. La cámara termina siendo un alumno más sentado ahí. Por supuesto que dentro de esa escuela, en un registro de casi un año, no sólo pasan cosas dentro del aula. Conflictos barriales que afectan directamente al colegio, reuniones docentes para determinar posturas en relación a situaciones que viven diariamente, etc. Y si bien es cierto que todo eso se muestra apenas unos minutos y como espectador deseamos conocer más de toda esa realidad, es un acierto de los directores el de no abrir tanto el juego y seguir centrados en el taller, en la docente y en los alumnos. Dentro del taller realizarán el mapeo barrial, al que nos referimos anteriormente, para participar del Encuentro y viajando finalmente a Chapadmalal. En ese proceso del armado es interesante observar cómo ven ellos el resto de la Capital Federal, cómo creen que los ven a ellos, pero, más que nada, cómo se ven ellos mismos en el lugar en el que nacieron, viven y se forman. En el año 2010 el Parque Indoamericano fue tomado por 13.000 personas con problemas de vivienda, lo que terminó con tres muertos a manos de la policía. La escuela contra el margen habla de la toma del Indoamericano, habla de la educación pública, habla de la memoria, habla de las relaciones sociales y educativas y la voz en todo esto la tienen los pibes. La escuela contra el margen es necesaria, no sólo para ser vista en el cine, sino también para charlarla, para pensarla y debatir muchos temas, tal como lo hacen los chicos de 16 años en la película.
Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, dirigida por David Leitch con Jason Statham y Dwayne Johnson. Ocho películas en total lleva la saga de Rápidos y furiosos desde su comienzo en el año 2001. De aquella primera película con un policía que se infiltraba en el mundo de las carreras de autos ilegales fuimos pasando, a más autos, más carreras, más mujeres como objeto, más reggaeton, más actores musculosos y más sin sentido. Pese a todo eso el público, en espectadores, fue acompañando esta saga inesperada. Dieciocho años pasaron para que tengamos el primer spin-off, con dos de los últimos actores en sumarse a la franquicia: Statham y “La Roca”. Si bien las anteriores películas de Rápido y Furioso fueron perdiendo el hilo que alguna vez tuvo, seguían enmarcadas en el mismo universo, con personajes e historias que, dentro de todo (y de ese mundo audiovisual), no desentonaban tanto. En Hobbs & Shaw pareciera que dijeron “nuestro público se traga cualquier cosa, hagamos lo imposible, lo ridículo y lo inverosímil en este spin-off”. Y lo hicieron. Claramente los personajes de esta película se conocieron en las anteriores, por eso no se detienen en explicarlo demasiado, pero si algún desprevenido entra a ver esto sin lo anterior, no entenderá del todo. Aunque tampoco hay mucho que entender. La historia, si a alguien le interesa, es la de Hobbs & Shaw tratando de salvar al mundo, ¡sí al mundo!, de un virus. En el medio se meten asuntos familiares a resolver, las amistades y muchas explosiones. Pero todo, como nos tienen acostumbrados, metido con fórceps. Idris Elba es el villano en esta historia, pero parece salido de una película de superhéroes más que de una película de acción. También hay una pequeña aparición de Ryan Reynolds que aunque no esté vestido de Deadpool, hace de Deadpool. Hobbs & Shaw es un sin sentido. Ni siquiera diría que vale la pena verla por las explosiones, la acción y ni hablar por la historia. A esta nueva película también podrán acompañarla los números y que se llenen las salas. Pero las moscas también llenan salas.
Se estrenó Historias Breves 17, con los siete cortos ganadores del concurso anual del INCAA. Hay Coca dirigido por José Issa con Roly Serrano transportando de manera clandestina algo imprescindible para la cultura argentina. Buenas actuaciones y fotografía. Una noche solos dirigido por Martín Turnes con Diego Velázquez y Analía Couceyro. Una noche solos, un momento de intimidad, alejado de la maternidad y paternidad, es lo que necesita esta pareja. Un pequeño retrato, con algunos momentos graciosos, pero con la sensación de que podría haber sido más (en tiempo o guion). El espesor de lo visible de Mercedes Arias con Ana Schmukler y Manuel Vignau. La sinopsis dice que una pareja atraviesa un primer embarazo con ciertas dificultades en la gestación. Todo eso es cierto, pero lo que no cuenta es cómo pretendía la directora narrar esta historia o, mejor dicho, cómo pretendía que no sea contada y se vuelva poco comprensible. Simbologías de más y un tratamiento muy confuso en general. El agua dirigido por Andrea Dargenio con Nicolás Maiques. Un gran trabajo, principalmente desde el sonido, en un mundo donde pareciera haber desaparecido el agua, pero sólo una persona es consciente de eso. Noche de novias dirigido por Santiago Larre y Gustavo Cornaglia con Soledad García, Sofía Bertolotto, Daryna Butryk, Maxi Trento, Pablo Trimarchi, Juan Azar. Desde el comienzo del cortometraje, los planos y la angustia de una de las chicas vemos que algo no está bien. Todo se presenta como una salida de parejas que, a medida que avanza la historia, se va volviendo más turbia y lo que parece no es tal. Sutil retrato, contando todo de la mejor manera en pocos minutos y sin trazo grueso. El agua de los sueños dirigido por José Fuentes y Rocío Muñoz con Gustavo Pardi, Germán Da Silva, Nerina Balza, Marco Antonio Alcalá. Un chaman inca se cruza con un hombre para que su destino cambie y enfrente a un demonio. Muy destacado trabajo de FX y de edición en este cortometraje. La medallita dirigido por Martin Aletta con Juan Manuel Correa, Valeria Blanc, Ariel Pérez de María, Félix Völker. Oda al cine mudo. La historia es la del boxeador y letrista de tangos Catulo Castillo. Su encuentro con un adivino que pronostica su muerte y su andar hasta ese supuesto final. Todo en blanco y negro, bien musicalizado y con intertítulos, como en el cine de la década del 20. Estos siete cortometrajes ganadores de Historias Breves 17 muestran una buena elección, con diferencias entre los realizadores pero también con muchos aciertos desde lo técnico, con historias en general interesantes y buenos elencos.
No soy tu mami, la nueva película de Marcos Carnevale con Julieta Díaz y Pablo Echarri. Paula (Julieta Díaz) es periodista en una revista “para mujeres” que, debido a problemas económicos y cambios en la mirada de sus lectoras, debe cambiar el foco de las notas y también el público a quien se las dirigen. La idea y el comienzo de No soy tu mami es bueno y jugado, cambiando el típico enfoque de las comedias románticas. Paula empieza a escribir una columna antimaternidad, no le interesa ser madre, ni tener pareja estable, ni nada “que debería ser y hacer una mujer”. Una niña y su padre (Pablo Echarri) se mudan al mismo edificio. Acá empieza un poco de lo mismo en comedias románticas: personajes secundarios que aparecen para aportar los gags; otros que sólo aparecen, en este caso, para recordarnos que la protagonista no quiere ser madre, etc. Paula aprovecha a su nuevo vecino para poder conocer más de los niñes y de los padres para ir dándole forma a su columna antimaternidad que se vuelve un éxito. No soy tu mami, como dijimos, parte de una buena idea, con un elenco a priori entrenado en la comedia y con una historia que se presenta diferente. Todo eso se va desvaneciendo a medida que avanza la película, pareciera que Carnevale a medida que iba realizando este trabajo cambiaba, daba marcha atrás o, simplemente, no se animó a ir por todo, haciendo que todo (la no maternidad, las relaciones, el trabajo) se desdibuje. Tampoco la totalidad está mal. Julieta Díaz y Pablo Echarri reman un guion muy difícil, dando muy buenas actuaciones. La pequeña que hace de hija de Echarri es, desde la comedia en la película, lo mejor que se ve