El ascenso de Pikoro y Gohan.
En 2013 disfrutamos el regreso de Goku y sus amigos con un nuevo largometraje que no sólo llegaría a los cines argentinos luego de más de una década, sino que también volvería en forma de animé con nuevos episodios.
Conocimos a Bills, el concepto de los dioses, otros universos y nuevas transformaciones plantaron que estábamos ante un universo mucho más grande del que pensábamos. La ilusión era alta, ver nuevos villanos y cómo avanzaba la historia generaron su buen hype y entonces tuvimos el regreso de Freezer, buen homenaje sí, pero también Toriyama nos anticipaba que la nostalgia iba a tomar lugar llegando a ser abusiva de hecho.
Mientras que el animé se había tornado repetitivo recuperando personajes pasados, en la pantalla grande tuvimos un gran acierto con una reversión de Broly, que superó la original. Pero otro problema se sumaba: el exceso de protagonismo de Goku y Vegeta.
Entonces, en respuesta, tuvimos Dragon Ball Super: Super Hero, haciéndole justicia a Pikoro y Gohan, dos personajes, sobre todo este último en lo personal mi favorito, que en las últimas sagas habían sido relegados. Ahora, no sólo los tuvimos como protagonistas absolutos, sino que también se les dio un nuevo power up que equipara con los personajes titulares.
Siempre sentí que Gohan tenía una historia más interesante que Goku y Vegeta que, si bien me gustan, también se estaban volviendo previsibles y celebro que finalmente podamos ver que Dragon Ball es mucho más que ellos. Volviendo a Gohan su relación padre- hijo con Pikoro siempre había tenido una excelente evolución y ese detalle los hace únicos en el mundo dragonboliano.
Mis objeciones sobre la película son dos: por un lado el villano, entiendo que Toriyama se encargó de reexplorar sagas ya vistas, siendo en este caso la de Cell una de las más memorables, y donde Gohan había llegado a la cima no sólo en poder sino también en protagonismo. La nueva película nos trae de regreso el mundo de los androides y la RedRibbon, pero aquí el villano final no sorprende ni en lo más mínimo, así como tampoco tenemos la misma epicidad en la transformación en concreto.
Por otro lado, el cambio de animación. Este híbrido entre 2D y CGI no me termina de convencer, no sólo porque los personajes carecen de fluidez sino también que no tienen nada que ver con la velocidad que siempre se caracterizó la serie. Lamentablemente vamos a seguir viendo este estilo dudoso en Slam Dunk para su nueva película.
De todos modos, dejando de lado ambos aspectos, celebro que no sea una película más de Goku y Vegeta, Dragon Ball es mucho más que eso, tiene numerosos personajes que a lo largo de los años Toriyama dejó de lado. ¿Vamos a tener una película centrada en Ten Shin Han o Yamcha? ¿Adaptarán las últimas dos sagas del manga? Afortunadamente vamos a tener más películas para averiguarlo.
Esperemos que no nos defrauden.