Para fanáticos nóstalgicos únicamente
Un dios de la destrucción descubre la proeza del protagonista y decide ir a la tierra en busca de un rival digno de su calibre. Aunque la historia se centre en una contienda épica, la trama da continuas vueltas en situaciones absurdas que supestamente buscan divertir al espectador pero solo lo desconciertan con un relato lleno de chistes tontos y sub-tramas que no aportan nada a la película.
Para cualquier película que este incluida en una saga siempre es muy importante mantener la conexión con el material original sin olvidar que también es una historia nueva y que tiene que valerse por si misma. En otras palabras, debe poder ser vista y entendida por espectadores ajenos a la saga. De esta manera, esta trama comete el pecado de mostrar todo tipo de referencias a otras historias cuyo desconocimiento provocan el inmediato rechazó ante la imposibilidad de entender que ocurre. La película contiene mucho humor al cual si uno no conoce de antemano la personalidad de los personajes, no les va a causar gracia. Igualmente este es solo un detalle de la película.
El verdadero problema de la historia sucede en su fallida composición como relato. El villano a pesar de amenazar con destruir todo es una simple caricatura de no temer. Se presenta en una fiesta con el objetivo de averiguar sobre un guerrero con el poder de un dios, pero rápidamente se suma al festejo como si su búsqueda fuera completamente irrelevante. Asimismo, los distintos eventos que se desarrollan en la fiesta carecen de cualquier tipo de importancia y solo alargan una trama sin ideas o contenido.
Finalmente, la película también falla en algo muy esperado de la misma que son las batallas. En su intento por aprovechar las nuevas tecnologías, trata de crear combates dinámicos con muchos movimientos en la imagen. Sin embargo, toda su ambición se ve relucida en combates toscos donde es difícil entender bien que sucede y sus coreografías pierden asombro e intensidad. "Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses" nunca parece tener un objetivo claro sobre exactamente que desea cumplir como historia y eso parece haber desconcertar tanto a los espectadores como a sus realizadores.