El simple hecho que esta película haya llegado a los cines es una gran noticia para todos aquellos que entendemos que la animación en la pantalla grande va más allá de las producciones hollywoodenses de Disney, Fox y Dreamworks.
Hace muchos años que no teníamos estrenos de animé y por eso creo que es menester para los amantes del género bancar esta película en las salas.
Si no te gustó después puteala con toda tu alma y descargate en la crítica pero hay que apoyarla en el cine porque es la única manera que tenemos que más largometrajes de animé puedan estrenarse localmente.
La animación japonesa en Argentina tiene un gran público entusiasta pero cuando llega algo a los cines dentro de este estilo, la realidad es que las películas pasan desapercibidas.
Ponyo, de Hayao Miyazaki, fue un caso contundente.
Muchos fans lucen los prendedores de Totoro en convenciones pero cuando Ponyo llegó a los cines no la vio nadie y desde entonces nunca más tuvimos estrenos de los estudios Ghibli.
Dragon Ball: La batalla de los dioses creo que es una fiesta de reencuentro entre los fans y estos históricos personajes creados por Akira Toriyama.
Hace 17 años que no se hacía un film relacionado con esta saga y me parece que el factor nostálgico juega un papel fudamental en la recepción de esta propuesta.
En este estreno cuando escuchás por primera vez la voz de Mario Castañeda interpretando a Goku se te cae la infancia encima y es inevitable que la escena no te haga sonreír.
De hecho, me parece que no fue casualidad que el conflicto de la trama se desarrolle durante el cumpleaños de Bulma, donde se reúnen todos los personajes.
Ese ambiente festivo de reencuentro creo que estuvo muy plasmado en esta producción y es el eje central de la batalla de los dioses.
La película fue encarada básicamente como una comedia de enredos, que presenta algunas situaciones desopilantes, pero se quedó algo corto para mi gusto en materia de acción.
El título del film y el poster que concibieron los productores termina siendo engañoso ya que este largometraje de Dragon Ball nunca llega ser tan épico como uno hubiera imaginado y la batalla de los dioses tampoco es tan impactante.
Claro que también juega en esto el control de las expectativas.
Me parece algo estúpido pretender que una película de 85 minutos supere a toda una saga de animación que hizo historia en este arte.
Por eso elijo quedarme con los aspectos positivos del regreso de Dragon Ball.
En materia de humor, la trama tiene diálogos fabulosos y reacciones de los personajes que me hicieron reír mucho, algo que se vio potenciado con el excelente doblaje latino.
La animación por otra parte es genial y en los aspectos más técnicos Dragon Ball jamás lució tan espectacular en el cine.
Sin revelar demasiadas cosas de la trama sí me pareció interesante que en un punto rompieron en este argumento la fórmula de estas historias y a Goku no le sale todo tan bien en la trama.
El problema que encuentro en el guión, más allá que para mí le faltó un par de secuencias de acción, es que no tiene un villano memorable.
Bliss, el dios de la destrucción, es un sujeto jodido pero no es malo, sino una deidad aburrida.
Si bien tiene muy buenos diálogos no es un personaje que haga historia en esta saga.
Es claro que los realizadores también apuntaron a capturar la atención de una nueva generación de niños y por eso el film tiene un marcado tono infantil en muchos momentos.
Si La batalla de los dioses funciona como se espera esto podría representar un gran relazamiento para Dragon Ball con más películas, ya que el conflicto también podría ser visto como el preludio de un nuevo arco argumental.
Reitero, si se controlan las expectativas y uno simplemente se sienta a verla sin buscarle a la trama la quinta pata al gato, la película es muy divertida y se disfruta a pleno.
Después de muchos años volvió el animé a los cines argentinos y eso ya de por sí es un motivo de celebración.