Cha-La Head-Cha-La
Dragon Ball Z: La Resurrección de Freezer (2015) continúa la trama planteada en Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses (2013) y en muchos sentidos le es superior. La historia sigue pareciendo como si hubiera sido escrita por alguien con déficit de atención y sin idea de cohesión dramática, pero no quita que resulte sumamente entretenida. El conflicto se inicia rápido, la acción es rauda y divertida, los chistes son más conmensurados y tienen mejor efecto, y en general el mundo es lo suficientemente extraño y maravilloso como para atraer hasta a las personas que no se llaman contentas con ser fans de la serie original.
A saber: desde el vamos está claro que la película no se va a tomar la molestia de plantear o establecer nada ni a nadie, y las cosas se darán con una lógica onírica.
Recordarán que, a pesar de su nombre, Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses trataba sobre el padecer cómico de un hombre dividido entre apaciguar al caprichoso Dios de la Destrucción y celebrar el cumpleaños de su mujer, una bizarra mezcla de rutina de vaudeville y La Dimensión Desconocida (The Twilight Zone). La “batalla” era una coda breve y poco satisfactoria al final de todo. Loado sea Akira Toriyama, porque Dragon Ball Z: La Resurrección de Freezer finalmente inyecta adrenalina a las aventuras de Son Goku en la pantalla grande.
La película comienza con Freezer muerto y consignado a un infierno en el que hadas y animalitos de peluche bailan y cantan alrededor de su cuerpo inmóvil. Sísifo era más feliz con su roca. Mientras tanto, los lacayos de Freezer juntan las 7 Esferas del Dragón y desean revivir a su amo, o al menos sus pedazos (fue trepanado en vida, aunque sus pedazos luego fueron atomizados, lo cual crea un error de continuidad). Ensamblado gracias a la ciencia ficción, Freezer se dirige a la Tierra ipso facto, queriendo batirse a duelo con el hombre que lo mató: Goku.
De ahí en adelante la película se convierte en un episodio bastante formulaico de Dragon Ball Z (o mejor dicho, una temporada entera resumida en 93 minutos): Bulma reúne a la banda de vuelta – Roshi, Krillin, Ten Shin Han, Piccolo y Gohan – y luchan contra el ejército de Freezer mientras hacen tiempo hasta que llegue Goku para que ponga punto final al asunto. Es la parte más divertida de la película porque todos los Guerreros Z poseen técnicas distintas y cada uno tiene su momento de gloria y vulnerabilidad, y realmente da la sensación de que se juegan la vida. El más interesante de todos probablemente es el chico nuevo, Jaco, quien oscila entre el orgullo y la cobardía con mucho pragmatismo. Su técnica consiste en utilizar su entorno para dejar fuera de combate a sus enemigos.
Una vez que llega Goku – tarde, como siempre – y con él Vegeta, la película pierde algo de emoción. Goku es, lisa y llanamente, demasiado poderoso. Su lucha contra Freezer tiene la magnitud de un duelo amistoso, con tiempo de sobra para fanfarronear y comparar sus niveles de poder. El Dios de la Destrucción se come un helado mientras mira la pelea desde las bancas, y si algo llegara a salir mal no hay que preocuparse, porque puede utilizar poderes que nunca se establecieron para rectificar cualquier inconveniente al último minuto. Por último, el mensaje final de la película es cuestionable; no por su contenido – trabajar en equipo – sino por cómo se lo presenta: no con acciones, sino con palabras.
Dado que la película no hace nada diferente, salvo cambiar el color de pelo de Goku, ni lleva a ningún lugar nuevo, podría decirse que existe dentro de una burbuja hecha para y por los fans del status quo. No porque querían contar una historia nueva, sino porque querían ver cómo sería la revancha entre Goku y Freezer, así como algunos perdemos el tiempo en el recreo preguntándonos quién ganaría entre Superman y Batman, Kratos y Ganon, Maria Altmann y la República de Austria, etc.