Justicia por mano propia
Probablemente los fanáticos del juez Dredd de las historietas se sientan un poco menos desilusionados con esta nueva adaptación a la pantalla grande que con la fallida versión de Sylvester Stallone allá por 1995. Con menos de la mitad del presupuesto que su predecesora pero con mucha más sangre, el filme llega en medio de una ola de películas futuristas a la que logra surfear, aunque sin lucirse demasiado.
Con una breve introducción para ubicar a los espectadores más desprevenidos, y sin profundizar demasiado en el origen de los (malos) tiempos, la historia comienza de lleno con la acción y no da respiro hasta el final.
En un futuro no muy lejano, Norteamérica se encuentra azotada por la radiación y cientos de millones de personas sobreviven en medio del caos y la violencia. En una urbe que contiene a tantas familias de trabajadores como malhechores y asesinos se pueda imaginar, existe un grupo de agentes entrenadísimos dispuestos a impartir la ley en las calles: los jueces.
Con la múltiple función de atrapar, juzgar y finiquitar cada caso, estos personajes recorren la ciudad con sus trajes y cascos al mejor estilo Robocop.
Así, una juez novata (una correcta Olivia Thirlby) y el legendario Dredd, compuesto por Karl Urban (o más bien por su mandíbula, que es lo único que muestra a lo largo del filme) llegan a un superpoblado rascacielos de 200 pisos controlado por la villana Ma-ma, interpretada por Lena Headey (la misma que encarnó a la también malvada Cersei Lannister en la serie Juegos de Tronos).
Como si de los niveles de un videojuego se tratara, piso a piso la dupla de jueces irá acumulando cadáveres y desparramando sangre y visceras en generosas proporciones, con el fin de llegar a la cima y hacer justicia.
Aunque por momentos se torna reiterativa y monótona, la película mantiene en vilo al espectador y logra impactar con las imágenes más violentas, donde los sesos de un hombre en el piso será tan sólo el comienzo.
Apta para el combo de pochoclo y gaseosa, la nuevo Dredd se lleva especialmente bien con la tecnología en 3D, que se luce al máximo en las acertadas (aunque quizá demasiadas) escenas en cámara ultra lenta.