La coincidencia hizo que en una misma semana lleguen al público argentino las dos películas de un mismo creador. En este caso el film que logró el Oscar al mejor extranjero en la última entrega, y al mejor guión en el festival de Cannes. Aquí el realizador Ryusuke Hamaguchi se basa libremente en un cuento de Haruki Murakami , escribe el guión junto a Takamasa Oe, y nos regala un film de marca mayor, sobre la pérdida, las huellas traumáticas que padecen sus protagonistas y la comunicación, la palabra como única posibilidad de algún reparo. En una larga introducción, recién a los cuarenta minutos aparecen los títulos, conoceremos la vida anterior de un famoso director y actor. Su matrimonio que superó la tragedia de perder a única hija, las fórmulas de entendimiento de la relación, el descubrimiento de la infidelidad y la abrupta muerte de su esposa que se lleva sus secretos y razones para siempre. Dos años después ese director se dispone a los ensayos de una puesta políglota de “Tío Vania” de Antón Chejov en Hiroshima. Por una formalidad contractual debe aceptar dejar su amado auto, y aceptar otro choche y a su conductora. En los largos viajes, los dos ocupantes del auto, esconden detrás de sus rostros impasibles, insoldables abismos. Serán dos extraños que logran comunicarse y encontrar en sus confesiones, una posibilidad de verbalizar sus infiernos tan temidos, sus más profundos secretos. Podrán mostrar sus heridas traumáticas, la culpa de sobrevivir, la extrema falta de cariño. En el largo y minucioso transcurrir de la película, son tres horas de duración, el entramado de silencios e interrogantes atrapa al espectador en la hipnótica relación de el director con sus colaboradores y especialmente con su chofer. Pero se juegan los roles teatrales, el eco de la verdades “aterradoras” de Chejov, la voz de su esposa muerta en una grabación siempre presente en los viajes, la contratación del actor que tuvo una aventura con ella, los dudas sobre el rigor y la creación artística, los misterios que no tienen respuesta. Pero es con esa relación de dos seres perdidos que logran una intimidad inesperada que se redondea una reflexión profunda sobre la condición humana, con excelentes actores, con un lenguaje cinematográfico preciso y a la vez deslumbrante. Una película que es imprescindible ver.