Cowboy de medianoche
Este fascinante film noir con espíritu de clase B combina persecuciones automovilísticas, robos con armas, gangsters despiadados (Ron Perlman y Albert Brooks) y una melodramática historia de amor entre una joven madre (Carey Mulligan) y el protagonista (Gosling), experto en arreglar y conducir coches, que, en principio, se gana la vida como doble de riesgo en rodajes de películas, pero que terminará involucrado en negocios sucios.
El danés Nicolas Winding Refn (que posee una sólida filmografía que incluye títulos como Bronson, Valhalla Rising y la trilogía de Pusher) ratifica su talento como narrador y creador de climas dentro del cine de género y se permite aquí -otra vez- todo tipo de excesos (con varias escenas de violencia en clave gore) y de clichés, que remiten a la producción de los años 70 y 80, al punto de que se podría leer como una remake de la casi homónima The Driver (1978), de Walter Hill.
Claro que Refn -que obtuvo con absoluta justicia el premio al mejor director en el último Festival de Cannes- no se queda en el simple homenaje y construye un sofisticado entramado visual para una historia que trabaja sobre códigos del western, del cine de samurais y de esas épicas medievales con caballeros, barones y princesas a ser rescatadas, que en este caso se constituiría en el reverso oscuro de un cuento de hadas. Un director que ha conseguido ya -con apenas 41 años- varias muy buenas películas, pero que intuyo (espero) todavía tiene mucho más para dar.