Un samurai al volante
Un hombre silencioso y solitario maneja su automóvil por las calles de Los Angeles. Trabaja en un taller mecánico y eventualmente es doble de riesgo en producciones cinematográficas. Sus habilidades conductivas lo llevarán a convertirse en piloto de autos para la mafia.
Poco se puede conocer (ni siquiera el nombre) del personaje central de este relato; este tipo taciturno e imperturbable se desplaza al volante de su automóvil y mantiene la misma actitud en medio de una persecución endemoniada o durante un paseo en compañía de su joven vecina y el hijo de ésta. La chica espera sin mayores expectativas que su pareja (el padre del pequeño) salga de la cárcel y conoce accidentalmente al protagonista, un enigmático mecánico con sorprendentes habilidades conductivas; lo que ella no sabe es que el hombre es también conductor de autos utilizados en "trabajos" para los mafiosos locales. La trama se desarrolla alrededor de las vinculaciones que se van trabando entre el piloto, la vecina, el marido de ésta y los delincuentes que requieren los servicios del protagonista; todo es una excusa para pintar atrayentes personajes, sobre todo el protagonista, encarnado por Ryan Gosling en una sobria y convincente tarea. Resulta interesante penetrar en el mundo silencioso y con muy especiales códigos (casi el de un samurai) en el que vive el conductor, que prácticamente no se permite emociones. Es así como pasa casi sin transiciones de un momento romántico a una explosión de violencia inusitada.
El director Nicolas Winding Refn alcanza los puntos más altos de su película precisamente en la construcción de los personajes, pero el relato se ve intencionalmente demorado, por lo que el ritmo de la narración se resiente. La película cae entonces en pozos dramáticos, y las (escasas) secuencias de acción no terminan de revertir el clima. Es cierto que el encuadre y la fotografía están al servicio del clima del relato, estructurado a la manera de los viejos policiales negros que han dejado legiones de fanáticos entre los amantes del cine; sin embargo, la consistencia del guión no alcanza a sostener la potencia dramática requerida para redondear un filme sobresaliente.