"Yo solía producir películas, en los ’80… con algo de acción y sensualidad. Un crítico las calificó como 'europeas'. Yo creía que eran una mierda".
(Bernie Rose, Drive, 2011)
La filmografía de Nicolas Winding Refn abre y cierra con una cabeza hecha pedazos. Parábola del cine violento, uno es Tonny de Pusher, golpeado con una fuerza tal que es enviado directamente ocho años adelante, hasta Pusher II. El otro un mafioso con intenciones asesinas, en un ascensor que Drive irreversiblemente convierte en féretro, en lo que marca una de las mejores escenas del 2011 y de lo que va del corriente año. Esa naturaleza rabiosa que el danés maneja tan bien en sus protagonistas, aflora en una secuencia con reminiscencias de Bronson (la violencia como una obra puramente estética) emergiendo otra de aquellas bestias que solo el director o un fuerte amor parecen mantener encadenadas.
Un conductor anónimo y taciturno con un dejo de melancolía, que solo abre su boca cuando hay algo importante que decir (no llega al extremo del guerrero mudo de Valhalla Rising pero está en esa misma carretera), marca el camino de este thriller embriagador, heredero de clásicos como The Driver de Walter Hill o el Bullitt del gigante Steve McQueen. Un tour de force cinematográfico que sigue las claras líneas estéticas que Winding Refn viene señalando desde mediados de los '90 en lo que a fotografía, sonido y música respecta. En este último punto es necesario destacar la labor de Cliff Martinez (ex baterista de los Red Hot Chili Peppers) y su banda sonora retro de pop eléctrico, que no acompaña las escenas sino que se apodera de ellas, alcanzando el punto de lo sublime en más de una oportunidad.
El realizador, quien ha tomado parte siempre en la escritura de sus guiones, da un paso al costado para que el iraní Hossein Amini (Killshot) tome las riendas de la que será, junto a Bronson, una de sus mejores películas hasta la fecha. Un sólido relato que combina el mundo de los autos con un esquema piramidal cuya cúspide es la mafia, y a un doble de riesgo que los atraviesa y destruye a máxima velocidad. Con esta historia, a la que le cuesta un poco de trabajo mantener el suspenso en torno a quiénes están detrás de todo, el director se dedica a trabajar su pantalla como si se tratara de un lienzo experimental. La mezcla de estilos y géneros, tocando el film noir, el cine clase B y el romance, resulta en una pieza única de innegable calidad.
Winding Refn se toma revancha de aquel frustrado salto hacia Hollywood con Fear X en el 2003, con una apuesta más seria y con menos librado al azar, asegurando antes que nada un elenco inmejorable. Se destacan así Ryan Gosling y Carey Mulligan, con dos papeles que confirman que están atravesando el mejor momento de sus carreras, al igual que un lastimero Bryan Cranston y un Albert Brooks que regresa al foco con un villano que no teme ensuciarse las manos. Drive corona una carrera caracterizada por personajes que, sean anónimos o ampliamente reconocidos, son capaces de una enorme potencia cinematográfica. Sujetos que aceptan su destino, abrazan su naturaleza y se ven arrastrados hacia una espiral de violencia que no llegan a controlar, pero en la que dejarán la vida para proteger a los suyos.