Un regreso al origen, DROMOMANOS, la nueva película de Luis Ortega (CAJA NEGRA) retrata con urgencia y nervio la vida de un grupo de marginales: un enano, una mujer con una joroba, una chica cartonera que anda con un cerdo, un paciente de un hospital mental y un particular psiquiatra que se hace llamar Pink Floyd. Los tres primeros forman un triángulo amoroso mientras los otros dos charlan, divagan y deliran. Con momentos de humor, un gran cariño por los personajes y sus universos, el filme de Ortega tiene algo del primer cine de Harmony Korine y del de Leonardo Favio: un intento poético de mostrar formas de vida (religión, drogas, alcohol, locura) que existen fuera de la prisión de la razón.