Cacería humana en el desierto
Desde que alcanzó cierta notoriedad con la serie Las calles de San Francisco, Michael Douglas construyó una carrera en el cine llena de altibajos, con éxitos notables como Atracción fatal, Wall Street, Un día de furia, varias películas olvidables y en los últimos años, un puñado de títulos en donde ofrecía otras facetas de interpretación como Traffic, El rey de California y sobre todo el notable telefilm Behind the Candelabra. Sin embargo y más allá del desempeño correcto que tuvo en El hombre hormiga, con Duelo al sol el actor regresa a terreno seguro con un personaje malvado, poderoso y canchero, terreno en donde el bueno de Michael se siente seguro, una faena de taquito.
El segundo film del francés Jean-Baptiste Léonetti -exportado a los Estados Unidos luego de que alguien en Hollywood considerara que valía el esfuerzo tras la soporífera ópera prima Carré blanc- , se asienta en el tópico es la cacería humana y ahí está Madec (Douglas), un hombre de negocios acostumbrado a lograr lo que quiere, que llega a un pueblito en los márgenes del desierto de Mojave con los permisos que lo habilitan, fuera de temporada, a cazar un bicho de la zona. Pero para hacerlo, necesita un guía y ahí aparece Ben (Jeremy Irvine), un personaje que carga la doble pena de no haber podido retener a su novia Laina (Hanna Mangan Lawrence) que se fue a estudiar a la ciudad y además, perdió a su familia en el duro e inhóspito desierto, al que sin embargo y paradójicamente, el muchacho ama sin dobleces.
Por supuesto, las diferencias entre ambos se van exacerbando durante la excursión (con un Michael Douglas en plan de villano desatado) hasta que rápidamente ocurre un accidente que muestra de qué está hecho cada uno y cómo van a comportarse. Lo que sigue es el juego del gato y el ratón, la supervivencia, el ingenio y la lucha desigual.
La idea podría haber dado para construir un thriller tenso, en una locación soñada, con un veterano taquillero y un galán en ascenso, con menos se han hecho algunas películas entretenidas y hasta respetables. No es el caso de Duelo al sol, que con poco hace poco, que al final parece tomar conciencia de su mediocridad y en un intento que parece (es) desesperado, recurre a un final tan imprevisto como inverosímil pero eso si, desopilante.