Sencillo romance destinado al público adolescente
Mariano Galperín, fotógrafo y cineasta, va probando diversos géneros y riesgos. A primera vista, sus películas no se parecen entre sí. Pero, en todo caso, ni el chichoneo blanco y negro de «Mil boomerangs», la acción truculenta de «Chicos ricos», ni el grotesco de «El delantal de Lili» permitían imaginar este «Dulce de leche». Que se parece bastante al dulce de leche: bien representativo de nuestros gustos, sencillo de hacer, difícil de rechazar, y tan propio de la cocina que su presencia nos resulta lógica. Pero hay que saber hacerlo. Y paladearlo sin relajarse.
Lo que vemos es así, una historia sencilla de un simple enamoramiento entre adolescentes de algún pueblo rodeado de campo chato y tranquilo. Pero ya se sabe que el primer amor nunca es simple, y cuando acontece nada queda tranquilo. Peor aún si se pretende separar a los enamorados.
La directora, los padres, representan la incomprensión y represión, así lo sienten los chicos. No es cuestión de exagerar, por supuesto, comprenderemos luego al ver un padre que se hace el antipático pero también puede hacer (un poquito) la vista gorda. En todo caso, la atracción, el esfuerzo de seducción, la emoción de los primeros descubrimientos, la aflicción al ver el bien negado, la lucha por recuperarlo, son etapas que los protagonistas irán transitando, para deleite y complicidad del público adolescente al que aspira la obra.
Los intérpretes son Ailín Salas, bonita, natural, y Camilo Cuello Vitale, jugando adecuadamente la figura del héroe desgarbado. Sus escenas de amor resultan creíbles, con química, como se dice, y también con delicadeza. El propio director ha participado en la fotografía. Del resto, también hay actuaciones naturales, un interior de provincia reconocible, y, medio básico pero logrado, un capítulo final de carreras, persecuciones, y decisiones firmes. No es un detalle menor, que la decisión más urgente vaya en contra del deseo de los padres, pero también en contra de lo que hoy suponen ciertos sectores progres, ajenos al amor adolescente.
Marcos Rauch, Naiara Awada, y otros chicos completan el elenco juvenil. Luis Ziembrowski, Paula Ituriza, Florencia Raggi, Vivi Tellas, Martín Pavlovsky, el equipo de los veteranos. Duración: 86 minutos. Rodado sin créditos del Instituto.