La Bariloche que no miramos
Bariloche es una ciudad de fuertes contrastes: por un lado, es el centro turístico de tarjeta postal que fascina a los brasileños, a los esquiadores y a los adolescente que egresan de la secundaria y viajan en busca de trasgresión; por el otro, una urbe que fue la elegida como refugio por muchos nazis y un conglomerado con un cordón bastante pesado, donde se han registrado casos de gatillo fácil y la miseria crece a pocas cuadras del Centro Cívico.
Así como Carlos Echeverría desentrañó en varios documentales las contradicciones y miserias de esa sociedad, Laura Linares -también nacida en el lugar- se aproxima con sensibilidad, pudor e inteligencia (contó con el aval y la generosidad de los protagonistas) a una historia de amor en medio de carencias de todo tipo (ya no sólo económica sino incluso de la misma libertad).
En Dulce espera, esta realizadora/socióloga/periodista de 32 años describe con un fuerte espíritu documentalsta, pero sostenido por numerosos elementos de ficción la historia de Valeria, una joven que establece una relación afectiva con (y luego queda embarazada de) Lucas, un muchacho que ya lleva más de 7 años en la cárcel del lugar. El film va de lo íntimo a lo social y, mientras construye la historia central, va exponiendo varios fenómenos sociales (el contacto -via cartas, canciones y mensajes por la radio entre chicas de clase baja y presos, el auge de los grupos evangélicos, la duras condiciones de vida en la zona, el debate sobre la legitimidad o no del uso de la violencia y la tentación de la "plata fácil" en un contexto donde casi no hay opciones ni futuro).
No todos los temas son trabajados con la misma profundidad e intensidad, no todas las situaciones fluyen con la misma naturalidad (hay algunas que lucen un poco forzadas, hay grandes momentos, como cuando Lucas se va esposado de la clínica donde acaba de nacer su hijo), pero en definitiva Dulce espera se impone como un trabajo de una gran dignidad humana y de una indudable pericia cinematográfica. Habrá que estar muy atentos, entonces, a los próximos pasos de una directora como Linares. El Sur también existe.