Mientras los americanos siguen rodando el sufrimiento de los esclavos de una manera que intenta deslindar la complicidad de la sociedad y sólo reposar la mirada en los poderosos, esta producción australiana llega para desmitificar y desestructurar discursos.
Una pareja de fugitivos serán el objeto de una sangrienta cacería en la que nadie saldrá de la misma manera que ingresaron. Bryan Brown la rompe como un déspota sargento que maneja un pueblo para su beneficio.