Vivir con la ausencia
Dulces sueños (Fai bei sogni, 2016), es la versión cinematográfica del bestseller homónimo de Massimo Gramellini, que versa sobre la autobiografía del periodista y escritor turinés, primero de niño, con la trágica pérdida de la madre, y después adulto, cuando prosigue su labor de cuentista con el peso de esa ausencia.
"Dulces sueños", son las palabras que susurra la madre al oído del pequeño Massimo para que se duerma, justo antes de desaparecer para siempre. La mañana del 31 de diciembre de 1969, en Turín, el niño, con tan sólo nueve años de edad, se despierta para descubrir que su madre ha muerto de un infarto fulminante (aunque la verdad sea otra). Su vida cambia de repente. Las explicaciones del padre no dejarán de ser vagas y evasivas y ese niño introvertido que veía en la madre a una radiante compañera de juegos y a una amiga crecerá con una sombra angustiosa, lo que le llevará a cerrarse cada vez más en sí mismo y a refugiarse en la propia imaginación.
Marco Bellocchio reconstruye la historia a través de continuos saltos temporales, fragmentando lo que en el libro es un único flashback, montando el mosaico de la vida de Massimo, al que encarna en su versión adulta Valerio Mastandrea. Los años de formación, el periodismo deportivo, la guerra en la antigua Yugoslavia, el éxito fruto justamente de la respuesta a la carta de un lector de su periódico, que dice detestar a la propia madre… Siempre en busca de una verdad negada. El encuentro con Elisa (Bérénice Bejo), una joven médica francesa, permite a Massimo saldar cuentas con el secreto de su infancia y dejar partir por fin a aquel fantasma que lo atormenta.
Medio siglo después del debut de Marco Bellocchio,Bellocchio] con I pugni in tasca (1965), en donde un joven asesinaba a su propia madre, el director de Piacenza relata una historia diametralmente opuesta aun manteniendo algunos temas troncales de su cine, como lo son las dinámicas familiares, la memoria y la pérdida.