No tengo idea qué le pasó a Tim Burton, si se reencontró con su niño interior o tuvo alguna experiencia mística, pero Dumbo es la primera película live action con corazón que presenta desde Un gran pez, estrenada en el 2003.
Salvo por las excepciones que representaron sus incursiones en la animación, como El cuerpo de la novia y Frankenweenie, su identidad como realizador desapareció progresivamente en el resto de sus trabajos que no parecían muy inspirados.
En ocasiones se podía percibir fogonazos del arte del director en algunas escenas de Alicia, Sweeney Todd o Miss Pegrine y los niños peculiares pero en general ninguna de esas producciones fueron cien por ciento Burton.
Dumbo tiene cine, fantasía y momentos emotivos en una obra que además rescata la sensibilidad del cine live action olvidado de Disney, cuando la compañía creaba producciones originales en lugar de remitirse a refritar los clásicos de los dibujos animados.
En el caso de esta producción Burton encaró el tratamiento de la historia por el camino adecuado, que es la mejor manera de llevar adelante estas remakes innecesarias, que este año tendrán una fuerte presencia en la cartelera.
En lugar de realizar una copia carbón, escena por escena del recordado film de animación de 1941, como se hizo con el bodrio de la La Bella y la Bestia, en esta producción encontramos una interpretación diferente de la historia.
A lo largo de la trama hay guiños simpáticos a la versión original, como los recordados elefantes rosados pero el relato conserva su propia identidad.
Burton toma a Dumbo como el motor principal del conflicto si bien le otorga una prioridad relevante a los personajes humanos que son los verdaderos freaks del relato. El pequeño elefante estuvo impecablemente realizado y cada vez que la cámara se concentra en él te compra por completo.
La narración de este film tiene todos los elementos clásicos que se pueden asociar con el director. Desde la música de Danny Elfman, que no pasa desapercibida, los tonos de la fotografía, el diseño de producción que presentan los escenarios y el tratamiento del humor cuentan con el sello de autor de su realizador.
En ningún momento queda en duda que la película fue dirigida por Burton y en esta cuestión jugó un papel clave la labor del reparto que eleva esta remake a otro nivel.
Danny DeVito, completamente inspirado, la rompe con uno de los mejores trabajos que brindó en el cine en mucho tiempo. Michael Keaton se disfruta en un villano excéntrico, mientras que Eva Green y Colin Farrell le aportan calidez a la historia.
Se podrían objetar algunas escenas donde a los efectos especiales le faltó una pulida, aunque en términos generales esta es una propuesta infantil redonda que funciona muy bien.
Dumbo tiene sus momentos emotivos y entretiene pero lo más importante de todo es que rescata el arte de Tim Burton que brilló por su ausencia en sus últimos trabajos.
Disfruté mucho esta película y probablemente la tendré presente entre mis favoritas del año.