Para poder pensar esta remake del filme de animación Dumbo (1941) como parte de nueva ola de adaptaciones que pasan del relato animado a la versión personificada por actores, podríamos prescindir de las comparaciones entre ambas películas y pensar en Dumbo (2019) tan solo como un nuevo filme de Tim Burton para Disney. Propongo en esta instancia atravesar las dos lecturas posibles, la que enlaza ambas películas desde el concepto de remake, y el filme actual en si mismo como una nueva obra del prestigioso realizador estadounidense.
Comenzando el análisis entre ambas versiones de Dumbo lo primero que vale destacar como diferencia radical es una modificación argumental notoria entre la obra animada y esta. Si recordamos sucintamente el argumento de la que podemos llamar “la original” el filme proponía la historia de un pequeño elefante que nace en cautiverio y que es separado de manera irreversible de la protección de su madre. El pequeño sufre al mismo tiempo el rechazo del universo que lo rodea ya que presenta una anomalía “sus enormes orejas”. Tanto la drástica ruptura del vínculo con su madre que lo deja expuesto a la soledad y al maltrato, como su condición de “ser extraño” catapultan a Dumbo a la condición del “sujeto marginal” dejando a la vista el funcionamiento de una sociedad expulsiva y mercantilista, que descalifica lo diferente y solo busca el usufructo y el poder a cualquier precio. No hay ayudantes ni salvadores, no hay madres todopoderosas ni elefantitos heroicos, lo que hay es un retrato crítico sobre el modelo operativo de una cruenta estructura social.
En el 2019, Dumbo nos ofrece otra perspectiva argumental muy lejana a esa crítica filosa y angustiante del mundo. Aquí Dumbo, el elefantito “diferente” más allá de ser separado del lazo materno, encuentra un pequeño grupo de ayudantes y de padres-madres sustitutos mientras articula sus recursos para poder volver al seno materno.
Una niña con condiciones de mini científica y su hermanito menor se convierten en los ayudantes esenciales del pequeño elefante de orejas largas. A esa tarea luego se suma su padre, un ex combatiente que ha quedado manco, por lo que todos ellos son los que le otorgan a Dumbo la calificación de “virtuoso” ya que puede volar con sus orejas, más son quienes agencian que este recurso único y singular le pueda servir para liberarse de las garras del poderoso que quiere someterlo y que así pueda cumplir su deseo edípico.
El mundo opresivo del capital y el poder está representado por El dueño de “Sueñolandia” (Michael Keaton) que asociado con el dueño del pequeño circo (Danny De Vitto) constituyen la idea de sociedad opresora. Lejos de atormentarnos esta estructura es grotesca y débil, un poder que hace agua por los cuatro costados. Es una parodia del poder del capital, no hay nada realmente amenazante, y ese pequeño grupo de ayudantes de Dumbo podrán revertir la situación, digamos como “los rebeldes” que logran desbaratar al malvado y su mundo de sueños.
Es Dumbo el héroe y no el oprimido, por eso a lo largo del filme vemos como se va “empoderando” para lograr su objetivo de libertad y esa es la esencia de de esta remake.
Lejos de la oscura y audaz perspectiva del filme clásico este relato borra toda aproximación crítica sobre la sociedad moderna y contemporánea. Si nos quiere liberar de todas las normas y opresiones lo hace a través de un argumento sobre la salvación y la libertad notoriamente endulzado y por ende débil.
Ahora pensemos en el filme como una nueva propuesta de Tim Burton, una entrega nueva de su encanto estético y su capacidad imaginativa.
Si hay un hallazgo clave en Dumbo (2019) es la mirada de Dumbo, los ojos narrativos de este pequeño personaje silente. Su mirada es pura expresividad, y sabemos que Burton es un gran constructor de “formas de mirar” para sus personajes y esos ojos que es capaz de crearles.
Por eso no suma y en su defecto resta, cuando los personajes secundarios explican lo que Dumbo expresa con su mirar. Una sobre información que no aporta más que diálogos reiterativos para lo que el pequeño animatron puede darnos a saber en un plano.
Otro elemento encantador del mundo Burtoniano es la construcción de “Sueño landia” un megalómano parque de diversiones que con la tecnología y las fantasías de Burton brilla por su esplendor.
De las actuaciones es la de Danny de Vitto la más pregnante, la que juega con ese carisma que el gran actor le imprime a sus personajes. El humor corre bastante por su cuenta en las pocas escenas donde la risa podría adueñarse del momento.
Colin Farrel hace el correcto papel de un personaje bastante estereotipado, pero la más inconsistente es Eva Green en un rol de “bailarina de los aires” que pasa de femme fatal al mando del malo del filme, a madre sustituta de Dumbo, en una suerte de redención inverosímil. Un personaje que aporta poco y que claramente falla por ese forzado lugar que el guion le ha construido.
Hay chispas de Burton, hay destellos de su estética, de su iluminación estilizada, de las sombras y las luces que acompañan las escenas del show, de los colores vibrantes, de la presencia de los niños, y en especial en el brillo de los ojos de Dumbo.
Por Victoria Leven
@LevenVictoria