Duna, de Denis Villeneuve
Supe que existía una trilogía casi al mismo tiempo del estreno del film de Lynch en 1984. Un Biólogo español, que trabajaba en el mismo lugar que yo, era un fanático, y nuestro jefe, por aquel entonces un racionalista radical, no podía entender lo que despertaba el libro, una saga compleja que luego de aparentemente cerrada en el 1976, tuvo tres entregas más, 81, 85 y 86, conformando una hexalogía, con final abierto: Frank Herbert es de esos autores que entienden el mercado.
Me acuerdo de ver el estreno del film de Lynch ya sabiendo algunas cosas que me parecían interesantes en las novelas. Por ejemplo, las mujeres podían decidir el sexo de los hijos o tener embarazos de tipo partenogenético, o los viajes espacio-temporales eran mediados por una sustancia de carácter desconocido. El film (Duna) oscilaba entre la grandeza y el ridículo; educado uno en la imagen de la computadora como un “blanco lavarropas” de 2001, Odisea del espacio de Kubrick (Stanley Kubrick, 2001: A Space Odyssey, 1968), incluso conservan la misma lógica las naves de Star Wars, la descripción ultrabarroca cuasi rococó, completamente antifuncionales, mezclando techno pop o lo que hoy se considera steampunk de indumentaria y tecnología, resultaba por lo menos raro.
El amor fue inmediato aún cuando la crítica la odio y el público le dio la espalda, rotundo fracaso para un director que venía de dar un batacazo[1] con El hombre elefante; sin embargo éste quedó en el olvido y Duna se convirtió en un film de culto y de referencia.
Lo que voy a decir es válido para todas las versiones. La mezcla entre guerra santa, ecología, religiones existentes o no, oficiales o alternativas, también sobre una mirada un tanto conservadora sobre el lugar de la mujer; lo que llevaría a una lista in extenso de personajes, lugares y hechos, completamente inútil a mi criterio, ya que todo está expuesto, de modo más o menos sutil, más o menos simbólico, más o menos alegórico, pero siempre tuve la impresión de que no había en la saga mucho que explicar, más de lo que cualquier versión diga, en todo caso el tema era el cómo, los recursos y la imaginería.
En el 2000, la serie Duna fue emitida por Sci Fi Channel. Si bien ganó dos Emmy por cinematografía y fotografía, su producción temprana en los albores de la experiencia del streaming, la llevó por un derrotero visual que quizás se pareció más o lo mismo que a los primeros videoclips. Entre buenas y voluntariosas ideas y a medio camino entre lo ambicioso y la baja calidad de producción, no movió el termómetro entre los fans del Duna de Lynch. Y más cuando ya en el año 2000, Lynch había construido su reputación y sus filmes icónicos ya habían sido estrenados y permitirían desentrañar o por lo menos tomar con otra perspectiva su obra. Duna se inscribiría en el universo personal de Lynch y poco a poco, de fílmico a VHS luego a CD hasta nuestros queridos días que el videoclub lo tenemos en casa gracias al universo digital pasó de ser “ese fallido film” a el “film maldito de Lynch” sumado a que la música es del nunca bien entendido Toto y del nunca suficientemente bien ponderado Brian Eno, lo cual cierra todo un universo freak en el que se mantuvo desde entonces.
Villeneuve, (Denis Villeneuve Quebec, Octubre de 1967) estudió cine en la Universidad de Quebec en Montreal, con un constante éxito desde sus inicios, parece replicar en sus films la lógica o el mito canadiense de la buena persona, (siempre digo que en una producción canadiense, hasta los vampiros son buenos) que hacen películas donde todos los protagonistas son buenas personas, y hasta los malvados, (al mejor modo aristotélico) tienen algo bueno para dar, aunque sea una sonrisa o estilo, quizás como modo de marcar una diferencia com el maniqueismo del cine Norteamericano.
La novela tiene obvias referencias a la guerra del petróleo y la Yihad islámica una mirada de tipo romántica — proto eco vegana- en su descripción de las diversas familias. Incluso podría decirse que es un claro subproducto de la crisis del petróleo, las referencias son incontables, el resultado es una saga plagada de referencias nunca confirmadas a una guerra santa (Yihad), mezclado con referencias bíblicas y sobre todo evangélicas
Incluso el planeta de los Harkonen, podría ser asimilado a una enorme refinería de petróleo, pero así también una mención a China o a la ex URSS cuyos proyectos eran y son los de super industrialización.
Si el film de Lynch tenía el sabor de algo incompleto, roto y como dije rozaba el ridículo, tenía grandeza y por momentos la sordidez era extrema, principalmente en la descripción del Barón Harkonnen (Kenneth McMillan) un sadismo vampírico con un claro tono homosexual (siempre se supo el costado reaccionario de Lynch), el pelo rojo le daba cierto carácter punk al personaje, en esta misma dirección no es casual que se convocara a Sting como Feyd Rautha Harkonnen
El conjunto producía imágenes verdaderamente sórdidas y perturbadoras.
En el film de Villeneuve todos los excesos lyncheanos están aplacados, puestos con sordina, tornando al film en una aburrida y pretenciosa epopeya. Igual que Lynch, Villeneuve convoca a grandes actores, como Stellan Skarsgård (Barón Harkonnen) que bien sabemos está a la altura de un Max von Sydow pero lo emparenta más al Jabba el Hutt de Star Wars que a la abominación lyncheana; la sensación final es que los cambios están meticulosamente pensados para que no atragante ni espante, el excesivo rococó está borrado, quedando sólo el aire de una arquitectura que rinde más homenaje a su propio Blade Runner. Y si Lynch quería mostrar una tecnología que no se sostenga sobre nada de lo conocido y cuyo costo sea bordear el ridículo, Villeneuve no mueve el pie del realismo (lo posible de los objetos y acciones).
Si La llegada (Arrival, Villeneuve, EEUU, 2016) basada en el cuento corto homonimo, adaptación de la novela corta Story of your Life de Ted Chiang (Chiang Feng-nan (姜峯楠), EEUU, 1967) Premios Hugo y Nebula, lo llevaba a explorar la irracionalidad del miedo al otro de un modo casi minimalista, con una fotografía correcta sin ampulosidades, en Duna parece querer, necesitar, conmovernos, emocionarnos sin más motivo que vivenciar la emoción, como el adolescente que más que amar, está enamorado del amor, quizás Denis Villeneuve tuvo demasiados éxitos juntos.
Lo que me resultó más curioso es que el corte de esta nueva versión no aporta nada al entendimiento de la zaga más que lo que el trabajo de Lynch, borrando todo lo que de inquietante tenía, se apoya más en un excelente casting, (todos a su manera son bellos) incluido el archi simpático Momoa, que en lo que es una verdadera construcción de un universo.
Probablemente en la novela esté el secreto del problema, a medio camino entre la literatura “seria” no deja de ser una de esas sagas para adolescentes, de la misma manera que Juego de tronos, quiere incorporar problemas de actualidad, mostrar casi de manera hegeliana la conformación de sociedades, de religiones, bah, ser antropología, teología, ecología a bajo costo; que la revolución mientras suceda en el papel o en la pantalla estamos a resguardo de sus horrores.
El resto son miradas y gestos bonitos que serpentean como un psicofármaco en las partículas de arena del desierto.
Lo que no me puedo explicar (aunque claramente si), (cosa sobre la cual La llegada parecía querer ser crítica), es la de la visión maníaca sobre la violencia bélica, como único modo, en definitiva, que hay para resolver un conflicto. El encuentro con el otro siempre es violenta nos dice Spielberg una y otra vez. Cosa que no parece ingenuo, el film plantea que habría un modo de explotación pacífica y sustentable lo cual en definitiva significa sostener la utopía cristiana, la cual consiste en que, si en la actualidad hay un infierno, es porque tenemos amos malos y, en definitiva, todo pueblo tiene su redentor, es cuestión de esperarlo.
En este sentido,el film se afirma en la vieja sentencia de Clausewitz (Carl Philipp Gottlieb von Clausewitz, De la guerra, Prusia, 1780–1831) “que la guerra es la continuación de la política por otros medios” aunque en Duna podría ser esto, producto del deseo egoísta de una mujer (tener un hijo) que al anteponer la felicidad, personal al bien común (en este caso perteneciente a una una religión matriarcal (brujas, ménades, pitonisas, mujeres con poderes sobrenaturales con ciertos ribetes a los oscuros Idus romanos, que hunde sus raíces en las religiones dionisiacas y matriarcales del neolítico.
Profetisas de un nuevo orden futuro pero que, en definitiva, buscan el momento correcto (la genética apropiada[2]) para engendrar y elevar un macho como Mesiah.
O sea, el patriarcado seria saltado gracias a la capacidad teratogénica de la mujer, pero conserva la idea de que un macho es qel que debe reinar sobre el universo aún cuando, como en este caso, este poder será compartido con una hermana. Tanto en una como en otra versión, y el libro mismo parece confirmarlo: una religión es necesaria e intrínseca a cualquier cultura. Hay que estar atento a las profecías. Si de misticismo se trata el film Duna cumple holgadamente con la premisa, todos los pueblos necesitan religión y sus profecías, eso es lo que mueve la historia y no la lucha de clases que es en Duna algo estático y lleva a mecanismos brutales de represión.
Quizás el mejor indicio de que Dios ha muerto es que desde que Nietszche lo ha explicitado y Marx fundamentado, una y otra vez, de diversos modos, se lo está intentando resucitar.
[1]Si la palabra batacazo significa:
2. m. Fracaso o caída brusca en un asunto, negocio o posición.
3. m. Arg.,Col.,Ec.,Par.,Perú,Ur. y Ven. significa también triunfo inesperado de un caballo en unas carreras. Dar el batacazo.
(Real Academia Española)
[2] las ideas de buscar en humanos una raza con una genética particular es lo que se llama Eugenesia (del griego εὐγονική /eugoniké/, que significa ‘buen origen’: de εὖ /eu/ [‘bueno’], y γένος /guénos/ [‘origen’, ‘parentesco’]) es una forma de ingenieria social, tiene principalmente raices en el darwinismo social tambien en el mathusianismo, el nacionalismo, basada de un modo intitivo en las leyes de Mendel. Fue Sir Francis galton el que la propuso y los Nazis los que quisieronllevarla masivamente a la practica. Propper la critica dentro de lo que llama las ingenierias sociales