Con Dune, Denis Villeneuve se le anima a otro amado clásico de ciencia ficción ¿Está a la altura de la expectativas?
Denis Villeneuve lo hizo de nuevo. Dune ofrece una invitación a un mundo de ciencia ficción fascinante, en el que te podés perder (si así lo querés). Incluso con un elenco de marquesina que reúne a muchos de los nombres más convocantes del momento, el protagonismo se lo roba un alucinante diseño de producción que relata con cada objeto y ángulo arquitectónico un pedazo de historia. Para bien o para mal, esta es una película más preocupada por relatar un mundo que a una relación o el desarrollo de un personaje.
En su sensibilidad estética, adusta y alienígena, que tanto disgustó a los fans de David Lynch y Alejandro Jodorowsky ni bien comenzaron a circular los trailers, se puede ver ecos de los films de Ridley Scott, especialmente de Prometheus para adelante. Algo que quizás se trajo de su también excelente, aunque poco taquillera secuela de Blade Runner.
El diseño mecánico de las naves de Dune recuerda los mejores animes de los ochentas y noventas. El diseño de vestuario es apropiadamente avant-garde y extraño, pero al mismo tiempo lleno de referencias tangibles que cargan los símbolos (como los hijabs que usan los locales del planeta desértico). Pero quizás el mejor elogio que se puede dar es que uno se olvida que está viendo CGI. Estás realmente en Arrakis.
A lo visual se debe sumar la banda sonora de Hans Zimmer, que con 40 años en el rubro parece encontrar un techo para su arte. Esté la instrumentación bombástica, así como esos graves que popularizó el compositor con su trabajo para The Dark Knight. Pero también momentos más delicados, con marcada influencia de sonidos de Medio Oriente. En particular, el tema de las Bene Gesserit, un mix de voces corales y habladas inquietante, le suma muchísimo a la ominosa presencia de la misteriosa orden, y se queda con uno mucho después que terminó de sonar.
Villeneuve, junto con sus coguionistas Jon Spaihts (Prometheus, Doctor Strange) y Eric Roth (Forrest Gump, Munich, El Misterioso Caso de Benjamin Button), están preocupados en Dune por introducir un mundo, por dotarlo de historia. La historia de los Atreides y los Harkonnen, de los Fremen y la especia, son solo el lienzo sobre el que se pinta el mundo ficcional de Frank Herbert. Un enfoque que puede ser tildado de deshumanizador y frio.
Si, para mi, no llega a tales extremos, es por virtud del elenco. Con sus dotes actorales, pero ún más con su presencia (y todos acá tienen pasta de movie star) logran destacarse y darle carnadura a personajes que no tienen tantos momentos sobre la página con los cuales trabajar. El núcleo familiar de los Atreides (Oscar Isaac, Rebecca Ferguson y Timothée Chalamet), los más destacados.
Duna
Mucho se ha escrito de lo influyente que ha sido Dune. En ese sentido, de manera similar al caso de John Carter, quien tenga aquí su primer contacto con el mundo de Herbert verá toques similares a otras historias más presentes en la cultura pop. (Cuando sacó George Lucas de acá es increíble). Pero eso debería jugarle a su favor, no en contra de la película.
Otro tópico es la mirada política de la historia. No la intriga palaciega entre los Atreides y Harkonnen, sino los deliberados guiños visuales a las guerras en Medio Oriente libradas por Estados Unidos en los últimos 30 años. Que la película abra con un ataque terrorista de los Fremen y la voz en off de Zendaya, la cual nos pone como espectadores del lado de los locales, hace explicita la intención de Villeneuve, que alguno podrá juzgar de poco sutil.
Por otro lado, el hoy criticado tropo del “mesías blanco”, del extranjero que viene a liberar los pobres oprimidos que no pueden liberarse solos, está y siempre estuvo al centro de Dune. (Para que no quede dudas, se casteó al más blanco y carilindo y hegemónico actor disponible en el papel de Paul Atreides). Queda más para la hipotética segunda parte (que aún no ha sido aprobada por el estudio y cuya existencia según el director depende enteramente de la taquilla de esta) ver como los guionistas laburan el material original para amortiguar el impacto.
En definitiva, con más de dos horas y media que solo cuentan media historia (Parte 1 avisa al principio, un subtítulo ausente en los posters y trailers), y un ritmo meditativo similar al de Blade Runner 2049, Dune podría no ser para todo el mundo. Pero quien tenga ganas de dejarse ir, de perderse en otro mundo, le recomiendo que se busque la pantalla más grande, con el mejor sonido disponible, y que tenga buen viaje.