Duna

Crítica de Mariana Mactas - TN - Todo Noticias

Difícil distinguir cuánto del estreno de Duna llega a importar por sí mismo o solo como parte de una historia. La particular historia de, precisamente, la dificultad que ha tenido el cine para adaptar esta novela de ciencia ficción de Frank Herbert, publicada en 1965. Al punto de considerarse “infilmable”, luego de “la película más grande jamás realizada” que soñó y diseñó el chileno Alejandro Jodorowsky en 1974 y de la versión de David Lynch, de 1984. La primera, una odisea creativa registrada en un muy buen documental, Jodorowski’s Dune, que puede verse por YouTube. La segunda, memorable como ejemplo de lo que a Lynch le salió mal. Más que ridiculizada, olvidada como una especie de anécdota bizarra.

Ahora, el canadiense Denis Villeneuve, que se atrevió con la continuación de Blade Runner y propuso unos encuentros cercanos lingüísticos con la pomposa La Llegada, ve cómo se estrena en todo el mundo su nueva versión. En verdad, el film de dos horas y media que es solo la primera parte. Con la segunda en preproducción y una serie en camino (La hermandad).

Algo de esa sensación de importancia, de encarar una empresa más grande que la vida, sigue impregnando el proyecto, esta película. Que se lanzó en el Festival de Venecia y tiene a Thimothée Chalamet (Call me by your name) como protagonista. El joven príncipe, o hijo de noble, brillante y misterioso, Paul Atreides. Acaso, el elegido, según las creencias de los pueblos originarios de esa duna, Arrakis, un planeta desértico pero rico en la especie más codiciada. Riqueza que por supuesto es condena, pues saca lo peor, lo más violento de los humanos.

Ciertamente, todo lo que George Lucas puso en escena en 1977 con Star Wars, ya estaba ahí. En el texto de Herbert, y en el desarrollo visual arenero que le dieron los artistas convocados por Jodorowsky: nada menos que Moebius, en los story boards, y el suizo H.R, Giger, el de Alien, en el diseño de las locaciones fantásticas. El psicomago, director de La montaña sagrada o El Topo, cumbres del cine lisérgico, soñó en grande: el elenco formado por Mick Jagger, Orson Welles y Dalí; la música, compuesta por Pink Floyd. Plagio, influencia o inspiración, lo cierto es que Star Wars se convirtió en la máquina de hacer dinero que es, mientras que Duna, bueno, estrena su nuevo intento de traducción a las imágenes. El segundo sin contar proyectos como la miniserie con William Hurt.

Esto no quiere decir que la nueva Duna sea un bodrio con mayúsculas. De hecho, después de una primera parte enunciativa, que se toma demasiado tiempo para presentar a sus personajes y dejar lo más claro posible sus conflictos y que parece un refrito de mil cosas ya vistas, llega la acción. Con un viaje familiar que es a la vez una travesía mística y militar. Una aventura colectiva y una liberación personal. A partir de ahí es que Villeneuve consigue hacer de Duna un espectáculo disfrutable, que transmite amor por el género y sus alcances, a la hora de crear universos.

Es así que Paul viaja con su padre, el duque Leto Atreides (un barbudo Oscar Isaac) y su “concubina”, es decir, su madre, Lady Jessica (Rebecca Ferguson). Madre amantísima pero bruja, integrante de una logia más o menos secreta que trafica con, digamos, “la fuerza”. El muchacho, instruido en las artes marciales, el lenguaje telepático y los poderes ocultos, consigue probar su lugar en la primera línea de acción cuando lo dejan salir del nido para conocer otro mundo.

En Arrakis, adonde llegan por orden del monstruoso Emperador (Stellan Skarsgard, difícil de reconocer) y su mano derecha (Dave “Guardianes de la Galaxia” Bautista), no tardarán en darse cuenta de que han sido engañados. Y es cuando Duna se pone más entretenida. Combinando intrigas palaciegas shakespereanas, con venenos y traiciones incluidos, con los temblores de la solapada guerra exterior. Entre las dunas, o debajo de ellas, viven los Fremen, un pueblo guerrero dispuesto a entregar la especie con tal de liberarse de los invasores. Paul sueña con ellos, especialmente con una joven (Zendaya), pero el encuentro se posterga... y será sustancia de la segunda parte. Además, hay gusanos gigantes con predilección por los sonidos rítmicos.

La duna es un planeta peligroso, en el que Paul se convertirá en héroe. Mientras Villeneuve se convierte en el director que logró reunir a un gran elenco, con un enorme presupuesto y no menos grandes ambiciones, para este regreso de Duna al cine. Entre un pastiche de metáforas —ecológicas, políticas, new age— y un guion agobiado por las arbitrariedades, por el que se cuelan algunos momentos de bienvenida espectacularidad. Los desiertos tienen ese no sé qué.