Nolan es un obsesivo.
Nolan es un tipo de la vieja escuela. El filma las películas, cuando la mayoría las graba. Definitivamente es un distinto.
Y cuando le salen las cosas como se ven en Dunkerque, no queda otra que abrazarlo y decirle gracias.
Porque él con sus locuras y obsesiones logra que a los 5 minutos de comenzada la película tengas la misma sensación que los soldados, que escuchan un avión y les agarra pánico, que ven morír a un compañero y no se inmutan. Obviamente dependerá de tu sensibilidad cinematográfica y por supuesto humana como te tomes estas cosas.
Luego sigue con sus relato a distintos tiempos, que esta vez marca una diferencia con el pasado y le pone títulos y distancia (aunque no las vas a recordar luego).
Ninguno de los actores está el tiempo suficiente en pantalla para ser protagonistas de la historia, y Nolan es el que debería figurar en ese papel como verdadero director de batuta. Es inevitable pensar en Memento con sus tiempos de narración al revés e imaginarse como logra este ingeniero fílmico, porque no es un simple director, pensar en su cabeza las tres historias, unirlas, separarlas, mezclarlas como él lo hace.
Las actuaciones son todas magníficas. Pero tengo que repetir… ninguno está el tiempo suficiente para ser considerado protagonista, pero es loco porque los pocos minutos que tiene Kenneth Branagh son mágicos, o casi no verlo jamás de cuerpo entero a Tom Hardy es increíble.
Mark Rylance, el mismo protagonista de Puente de espías, demuestra que nació para estas películas históricas.
Y cosas locas como lo de Harry Styles, que Nolan lo eligió sin saber que fue parte de One Direction y que la rompe en un par de escenas jugadas emocionalmente.
Nolan hace eso, hizo esta Dunkerque, que es una historia chiquita dentro de la Segunda Guerra Mundial, una historia donde se movieron 300.000 personas en poco tiempo para no ser masacradas por los alemanes, donde la presión sicológica era tremenda y donde logra transmitir eso al espectador. No hay otra cosa, no hay escenas grandiosas.
No puedo dejar de lado porque amo todo lo que tenga alas, que Nolan sigue filmando con aviones de verdad o con réplicas a tamaño verdadero, y acá las tomas que logra con los Spitfire con hermosas, muestra la esencia del vuelo, la relación piloto-avión-armas-enemigo de una manera pocas veces vistas y muy lejos de cualquier “máquina voladora asesina”. Nolan se toma los tiempos necesarios para mostrar las cosas como él quiere hacerlo, y por eso hay que amarlo o dejarlo.
Seguramente la peli no sea para los grandes públicos, no para esos que quieren ver una película doblada. Es más, te diría que hasta podría ser una película muda que tendría el mismo poder que con sus voces, porque acá el que habla es el director con su historia.
Me quedo con esa escena donde se acciona manualmente el tren de aterrizaje del Spitfire… la composición fotográfica de ese momento es de lo mejor que podes ver hoy en el cine moderno… y es algo tan viejo como saber armar una toma
Dunkerque es simplemente un canto al cine.