Más reflexión que épica
Más que como una batalla perdida de los aliados, Dunkerque siempre fue recordado como un salvataje imposible de cientos de miles de soldados ingleses varados en unas playas del norte de Francia y rescatados, finalmente, por una flota de veleros, yates deportivos, barcos de pesca y cualquier tipo de embarcación disponible. Este episodio nada convencional es el tema de una película de guerra distinta, de clima desolador, en la que el director de la trilogía de Batman, Christopher Nolan, hace un trabajo totalmente personal, con algunos puntos formales en común como su último film de ciencia-ficción, "Interestelar".
Más allá de lo imponente de esas largas columnas de soldados esperando algún barco que los rescate, el realismo no es exactamente el estilo elegido por Nolan, que busca un punto de vista poético, sobre todo en todo lo que tiene que ver con los combates aéreos, que si bien muestran los peligros de los pilotos de la RAF a punto de dejar sus Spitfires sin combustible, están filmados con una extraña estética casi apocalíptica.
"Dunkerque" tiene una cantidad limitada de diálogos y, cuando los personajes hablan, en general tienden a expresar miserias y paranoias, aunque hay un protagonista esperanzador, el oficial a cargo de la evacuación a cargo de un eficaz Kenneth Branagh. Quizás a los fans del cine bélico este film les parezca anticlimático, ya que carece de la épica que se espera del género, y más que acción hay cine catástrofe. Pero es una obra personal, dotada de imágenes dignas de ver.