La guerra como expresión máxima de la desinteligencia entre los hombres. El cine como medio para replicar aquellos momentos claves y de tensión en los que el ser humano no puede con su genio y las diferencias separan.
Nolan se pone encima el cine bélico, como ya lo ha hecho con la ciencia ficción y el género de superhéroes y construye uno de los relatos más asfixiantes de los últimos tiempos. Las costas de Dunkerque son la excusa para hablar de hombres que vislumbraron su muerte, en una puesta épica, ambiciosa, opulenta, símil cine de antaño, pero aggiornada a la actualidad.
Si por momentos la tensión decae por el exceso de flashbacks o el subrayado continuo del sentido de patriotismo, esas lagunas se superan con una banda sonora soberbia, una línea autoral clásica y actuaciones medidas y efectivas.