Dunkerque

Crítica de Santiago Balestra - Alta Peli

“Pelearemos en las playas”.

Dunkerque está ambientada en la Segunda Guerra Mundial; es una dramatización de la Operación Dinamo, que consistió en el salvataje de 400.000 soldados británicos de la isla francesa de Dunkerque antes de que esta sea atacada por los alemanes (la historia real te la contamos ACA). Dicha evacuación es contada a través de tres puntos de vista:

En tierra, con un joven soldado que busca desesperadamente formar parte de la evacuación, al descubrir que es probable que no todos se salven. Por aire, con un escuadrón de dos pilotos que tratan de derribar a unos cazas enemigos antes de que lleguen a la isla. Por mar, con un civil, cuyo barco ha sido requisado por la Marina para participar del operativo de rescate.

El guión de Dunkerque es uno sin vueltas y al punto, o como se dice en criollo: va derecho a los bifes. Empieza la película y empieza el conflicto. No hay mucho que filosofar; si te quedás quieto, ligás un balazo. Es así de sencillo. Una lógica narrativa casi les diría de cortometraje, y lo digo en el mejor de los sentidos.

No obstante, por más sencillo que sea, esto es al fin y al cabo una película de Nolan, y no sería tal sin plantear alguna jugarreta para el cerebro del espectador, manteniéndolo activo entre tantos tiros y bombardeos. Como la psicología y la filosofía en historias tan directas como ésta pueden ser un estorbo, Nolan acude al viejo y confiable recurso de manipular el tiempo cinematográfico que tan buenos resultados le supo traer en la primera parte de su carrera.

Los tres escenarios de Dunkerque se dividen y entremezclan en el tiempo, anunciándolos incluso en el primer acto: la historia en tierra transcurre a lo largo de una semana; la del mar a lo largo de un día; y la del aire a lo largo de una hora. Mientras vos estas ahí todo tensionado por el horror de la guerra que deben sobrellevar estos muchachos, te tiene pendiente de donde están las pistas, o cuándo va a ser el momento donde estas tres historias se crucen.

Una historia de supervivencia:
Es una película que no profundiza en los personajes simplemente porque no tiene tiempo de hacerlo; es una historia de supervivencia, lisa y sencillamente. La película casi no tiene diálogos; las acciones físicas están a la orden del día. Los únicos personajes que tienen un mínimo de desarrollo emocional son los de la historia marina, donde una familia debe lidiar con un perturbado soldado al que acaban de rescatar.

Acá se plantea un debate sobre el deber patriótico que puede sonar medio propagandístico (falta que digan “Inglaterra prevalece”) pero, a la postre, alcanza ribetes más dramáticos que temáticos. Respecto a los demás personajes, reitero, derecho al grano, sin ninguna otra complejidad más que la de moverse para sobrevivir.

Por el costado actoral, las tres historias tienen un plantel interpretativo que oscila entre actores de peso y actores no tan conocidos para el público general. Si bien Kenneth Branagh entrega una competente interpretación en la historia terrestre, y Tom Hardy es expresividad pura en la historia aérea (sobre todo por estar en primer plano toda la película), quien se lleva la torta es definitivamente Mark Rylance, por dar sensata vida al padre de familia que con su pequeño barco quiere aportar su granito de arena en la resolución del conflicto.

Desde lo visual, la película aprovecha muchísimo la calidad del 70 mm, y cuenta con un montaje preciso, fluido y dinámico, que contribuye a que los 106 minutos del metraje pasen bastante rápido. Lo que verdaderamente destaca es el diseño de sonido, por las capas y la forma en que contribuye a la tensión de gran mayoría de las escenas; les recomiendo: si ven la película, háganlo en sala IMAX o en una que tenga un muy buen sistema de sonido.

Conclusión:
Sencilla, por priorizar las acciones físicas, y a la vez compleja, por saber jugar con los tiempos cinematográficos, Dunkerque es una historia directa cuya narración no le permite al espectador pasividad alguna. Aunque si conmueve o no ya depende del ojo de quien mira, no puedo negar en lo más mínimo que estamos ante una disfrutable e inmersiva experiencia.